Año del Señor 2020
4 de junio
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
ENCENDIENDO MOTORES
 
Ayer por la mañana salí a regar mi pequeño huertito. Para ello me acerqué a la boca de riego más cercana, la abrí y cojí la manguera. 
 
“¡Qué potencia tiene!”, me decía para mí... así que, mientras regaba, el Señor trajo a mi mente todo el recorrido que hace el agua hasta salir por la boca de la manguera. 
 
Y es que, en el centro de la huerta del Monasterio, tenemos un depósito de agua, que al contemplarlo tantas veces me ha llevado al Señor... 
 
En él hay dos motores, uno que es el que se ocupa de llenarlo de agua, y que además es muy constante, ya que tiene un sensor, de manera que, cuando percibe que el depósito comienza a vaciarse, vuelve a llenarlo; y otro que reparte el agua hacia todas las bocas de riego de la huerta, de manera que da igual lo lejos que esté, que siempre llega, y con qué fuerza... 
 
Esta vez el Señor me regaló descubrir lo que significaban esos dos motores: son la oración y el amor. 
 
Nosotros somos como ese tanque, que necesita el motor de la oración para ser llenado de Vida, de alegría, de ilusión... porque es ahí, en la oración, donde lo recibimos todo gratuitamente de Cristo. 
 
Sin embargo, de la misma manera que recibimos gratuitamente, también necesitamos darnos gratuitamente a los demás, y para ello es necesario el otro motor, que es el amor. Porque todos tenemos experiencia de lo que sucede cuando vivimos dedicados únicamente a nosotros mismos. Y es que nos ocurre lo mismo que al agua, que si no corre... ¡se estanca! Así mismo, nosotros nos quedamos sin vida cuando dejamos de entregarnos. 
 
Por ello necesitamos de los dos motores, para dejarnos llenar por Cristo, para tener Vida en Él, y su Vida y su Amor son como el agua, que pasa por nosotros llenándonos, pero que corre para llegar también a los demás.  
 
Hoy el reto del amor es encender tus dos motores. Comienza el día con un rato de oración, deja que el Señor te llene el corazón y, para ello, entrégale todo lo tuyo y devuélvele las riendas de tu vida; y después, vive y disfruta del día apostando siempre por el Amor. Y, si sientes que tu depósito anda algo estancado, no te preocupes, que Él se pondrá el mono de trabajo y, si le dejas, entrará de lleno a sacar todo lo que pueda atascar los motores, para que su Gracia vuelva a fluir. ¡Confía en Él! 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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