El jueves pasado, día 2, estuve en el Carmelo de la calle Ponzano de Madrid. Es un acontecimiento es mi vida espiritual esta visita. Recibo combustible para una temporada. Siempre en estas Carmelitas he encontrado fortaleza espiritual en medio de sus problemas y de los míos. En el Carmelo de Ponzano habitan personas que vivieron siempre las Jornadas de Juventud con gran fuerza. Incluso algunas deben su vocación a la presencia en las mismas.
   Siempre me ha llamado la atención su preocupación apostólica. El celo por la Gloria de Dios y la salvación de los hombres es una constante en sus vidas. En este momento su oración y sacrificio se dirige a Cracovia. Nosotros veremos realidades preciosas en los medios de comunicación. Cuando vuelvan los peregrinos nos relatarán vivencias magníficas. Al fondo de todo ello, están las oraciones y sacrificios de tantas almas contemplativas que han peregrinado a Cracovia. El Cuerpo Místico produce esta maravilla de la Comunión de los Santos.
Considero un don poder tratar con varios Monasterios Contemplativos. El pueblo cristiano, vosotros amigos, no perdáis este contacto con ellos. Os hará un gran bien. Siempre la Iglesia lo ha sentido así. “Desde los primeros siglos la iglesia ha manifestado gran aprecio  y amor sincero por los hombres y las mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han escogido seguir a Cristo
El Papa va más allá; resalta la necesidad que tiene la Iglesia de la vida contemplativa y la incomprensión de un mundo guiado por el poder, el placer y el dinero. “Queridas hermanas contemplativas, ¿Qué sería de la Iglesia sin vosotras y sin cuantos viven en las periferias de lo humano y actúan en la vanguardia de la evangelización? La iglesia aprecia mucho vuestra vida de entrega total. La Iglesia cuenta con vuestra oración y con vuestra ofrenda para llevar la buena noticia del evangelio a los hombres y y a las mujeres de nuestro tiempo. La iglesia os necesita.
   No es fácil que este mundo, por lo menos aquella amplia parte del mismo que obedece a las lógicas de poder, de economía y consumo, entienda vuestra especial vocación y vuestra misión escondida, y sin embargo la necesita inmensamente. Como el marinero en alta mar necesita el faro que indique la ruta para llegar al puerto, así el mundo os necesita a vosotras.  Sed faros, para los cercanos y sobre todo para los lejanos. Sed antorchas que  acompañan el camino de los hombres y de las mujeres en la noche oscura del tiempo. Sed centinelas de la aurora que anuncian la salida del sol. Con vuestra vida transfigurada y con palabras sencillas, rumiadas en el silencio, indicadnos a Aquel que es camino, verdad y vida, al único Señor que ofrece plenitud a nuestra existencia y da vida en abundancia”.
   Son especialmente significativas unas líneas dedicadas  la oración de intercesión. “Por la oración de intercesión, tenéis un papel fundamental en la vida de la iglesia. Rezáis e intercedéis por muchos hermanos y hermanas presos, emigrantes, refugiados y perseguidos, por tantas familias heridas, por las personas en paro, por los pobres, por los enfermos, por las víctimas de dependencias, por no citar más que algunas situaciones que son cada día más urgentes. Vosotras  sois como los que llevan al paralítico ante el Señor para que lo sanara. Por la oración, día y noche, vosotras acercáis al Señor la vida de muchos hermanos y hermanas que por diversas situaciones no pueden alcanzarlo para experimentar su misericordia sanadora, mientras que él los espera para llenarlos de gracias. Por vuestra oración vosotras curáis las llagas de tantos hermanos”.
   A Cracovia la distancia geográfica puede ser notable; depende de nuestra situación en el mapa. Para los contemplativas los kilómetros se re corren en segundos. Allí están con su oración y su sacrificio