Algo así. Dicen. ¿Desde cuando se puede contar algo que es infinito? Manifestación por la vida. Por la Vida. Madrid. España. Razón de amor. Millones de almas, familias enteras, muchos jóvenes. Todos eran jóvenes, todos tenían mirada de niño. Y una alegría que bullía. En medio del culto a la muerte hierve la vida, se ve, se nota, se siente. Todavía. ¡Qué testimonio! Familias enteras. Personas que defienden la felicidad de todos, el derecho a la sonrisa de Dios en el mundo. Cántico, primavera en otoño. En medio de esas grandes avenidas avanza, avanzaba, sigue avanzando la Vida. Pasito a paso. Sonrisa a sonrisa. A pie, en carrito, hasta gateando. Redimiendo a España de tanta muerte, de este luto gubernamental, de esta losa que asfixia; reivindicando el derecho a reír, a balbucear, a moquear, a sollozar. Derecho a la vida. ¡A la Vida! La manifestación era como una inmensa nana. Una canción de cuna de proporciones sobrenaturales. Y dicen los que sistemáticamente mienten que cincuenta y cinco mil y pico. O así. Muy científicamente. Y yo que miraba ese caudal de millones de almas que discurría por el cauce de la Historia. Redención, redención. Alegría incontenible. Himno cada palabra. Niños que resucitan. También lágrimas por los ángeles mártires. Manifestación por la vida, por la paz, por la libertad, por la justicia, por la esperanza. Y sobre todo manifestación por el derecho a la felicidad de los más diminutos e inocentes. Yo vi a Dios allí. Aunque no salga en los telediarios. Me da igual lo que digan los mentirosos y paniaguados del infierno. Lo vi en los rostros de la gente, en esa miríada de almas que luchan cada día por ser mejores y coherentes, por ser dignos del amor que nos hace hombres. Hombres completos, e inmortales. Que es lo que somos. Sólo tenemos que mirarnos un poco a los ojos, hasta llegar al corazón, a la entraña del ser humano. Manifestación por la alegría, por la vida, por la ternura. Rebelión, cántico, redención. Por el derecho a nacer y ser amados. Eso es lo que había allí. Esa es la fuerza, lo que sigue allí. En Madrid, en España. En octubre de 2009. Primavera en otoño. Vida pujante. No podremos olvidarlo. Es el hombre, es la gestación de un tiempo nuevo, que se aproxima, que nace.