Una vez más la Iglesia se tiñe de sangre por el asesinato de un sacerdote francés, el padre Jacques Hamel de 84 años. El asesino – no es difícil adivinarlo – pertenece al Estado Islámico. Fue degollado salvajemente mientras celebraba la misa de las nueve de la mañana… ante esto, hemos tenido uno que otro titular de la prensa secular y evidentemente ninguna banderita de Facebook u homenaje en edificios, pero hay varias cosas que sí que llaman la atención.
“¿Cómo hacemos que no suene como un atentado islámico?”
Muchas veces imagino que ésta es la pregunta que se hacen quienes redactan y titulan la noticia. Sorprende la creatividad de los editores, que sin reparo alguno – como es el caso de la BBC –, titulan el asesinato como: “sin motivo aparente”, cuando lo ocurrido responde a que degollaron al sacerdote mientras vestían atuendos islámicos y cantaban por la “yihad[1] y el Estado Islámico… pero, para ellos fue sin motivo aparente. Luego está también el caso de CNN – que no podría quedarse atrás – en cuyo titular se lee: “Ataque a la iglesia de Normandía: la diócesis de Rouen confirmó que el fallecido es el sacerdote”…“¿¡Fallecido!?”, más bien asesinado por un islámico, con los que Occidente se empeña en solidarizarse y defender como una “religión de paz”, tildando a quienes perpetran estos ataques como extremistas y evitando a toda costa cualquier brote de islamofobia, que es realmente lo que más les preocupa, pues no sería políticamente correcto.
Y es que la desesperación por sonar tolerantes y evitar cualquier ofensa al Islam les ha llevado a tergiversar las noticias, ocultar ciertos hechos y evitar el debate abierto sobre medios concretos para detener el avance del Estado Islámico. Sobre esto, a la mentalidad occidental le cuesta comprender que el diálogo, los tratados, las leyes civiles y cualquier otra herramienta que sirva para mediar conflictos no sirven en el mundo islámico, e incluso olvidan también que todas estas herramientas de mediación de conflictos fueron desarrolladas y promovidas por el Cristianismo que intentan desaparecer.
Sensibilidades torcidas y corazones duros
Semanas después del ataque terrorista al bar gay en Orlando, republiqué un artículo escrito hace un tiempo[2], en donde explico con argumentos lógicos e históricos el porqué de mi afirmación sobre que el Islam no es una religión de paz. Para mi sorpresa tuve una ola de homosexuales furiosos que defendían a capa y espada – e insultos como es propio – al Islam, tildándome de intolerante y hasta de homófobo, aunque el tema en cuestión no tenía nada que ver con ellos y evidentemente tampoco con su orientación sexual, sin embargo asumo que vieron una oportunidad irresistible para victimizarse. Finalmente, terminaron atacando a la Iglesia de haberlos perseguido (sabrá Dios cómo) y a continuación el discurso propio de estas ocasiones: las Cruzadas, la Inquisición, etc… todos esos temas de los que todo el mundo habla, pero que muy pocos conocen con cifras y datos exactos. Ustedes sabrán que la realidad nunca entretiene tanto como el mito.
Sin embargo, es esta sensibilidad torcida que, como ha sucedido con el descalabro intelectual de poner por delante la vida de animalitos antes que la de los seres humanos, así mismo, la búsqueda desesperada de sonar “tolerante y respetuoso con todos y todas” ha llevado a que a la gente no le interesen los datos históricos ni los hechos reales en sí mismos. En otras palabras, no importa en cuantas páginas y con cuantas citas bibliográficas se compruebe que el Islam es violento y que por tanto quienes matan en nombre de la yihad no son extremistas sino consecuentes con lo que creen, sencillamente la gente no querrá entenderlo, porque tendría que adoptar una postura definida sobre un tema, y esto mis hermanos es el terror más grande de nuestra sociedad relativista, porque implicaría aceptar que unos están equivocados y que otros tienen razón… cosa que es lógica en el plano racional, pero inaceptable en el plano político y económico. Después de todo, los políticos “cristianos”, para poder enemistarse con quienes les financian un gran capital de su Gobierno (a los islámicos nos referimos), tendrían que dejar de creer en el Cristianismo como ideología para convertirse en cristianos convencidos de que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida[3]. Del tipo de cristianos convencidos que dan la vida en Medio Oriente por negarse a convertirse al Islam.
Como cristianos no podemos seguir cediendo a la irracionalidad y al relativismo aplastante de esta época, que pretende taparle la boca a la Verdad y esconder la luz de Cristo en una cueva, sencillamente porque su resplandor les incomoda. Las cosas deben decirse como son, y si ciertos medios de comunicación no tienen las agallas para titular bien una noticia por miedo a perder rating, nosotros debemos tener la valentía de anunciar a los cuatro vientos no sólo el amor de Dios, la esperanza de Jesucristo y la Buena Nueva del Evangelio, sino también la verdad, allí donde no está siendo dicha, o peor aún, donde está siendo ocultado convenientemente.
Callar por evitar conflictos les está costando caro a nuestros hermanos cristianos de Medio Oriente, y ahora le está costando caro también a Europa. Oremos por la coherencia de nuestros gobernantes, por la valentía de nuestros hermanos perseguidos, por la conversión del mundo islámico y porque Dios nos envíe su Santo Espíritu para ser profetas en este siglo.
 

 
[1] Uno de los pilares doctrinales del Islam. Consiste en instaurar la ley de Allá en toda la tierra, y esto evidentemente incluye el uso de la fuerza armada y la violencia. Los infieles deben convertirse o morir.
[2] Aquí pueden encontrar el artículo: https://stevenneirac.wordpress.com/2015/11/15/el-islam-no-es-una-religion-de-paz/
[3] Jn 14, 6