Enfermo desde los 20 años

En la ya recomendada tesis de don Santiago Martínez Sánchez, titulada El Cardenal Pedro Segura y Sáenz (18801957), publicada en Pamplona en 2002, y puede leerse en internet, el autor nos dice en la página 16:

El primero de mayo de 1901, terminando el tercer y último curso de filosofía, Pedro Segura abandonó Comillas (Santander) y marchó a casa de sus padres, obligado por una seria dolencia del hígado”.

Esta enfermedad le acompañó toda la vida, como el mismo autor señalará varias veces a lo largo de su obra. Por ejemplo, en 1918 (bajo estas líneas, el obispo auxiliar de Valladolid, monseñor Pedro Segura).  Sobre este momento afirma Santiago Martínez: "Segura no anduvo muy bien de salud. Se libró de la epidemia de gripe que azotó España en el otoño [de 1918], pero no de las habituales dolencias de hígado" (pág. 50).

 

 
La Nunciatura de París

El Secretario de Estado, Cardenal Eugenio Pacelli, escribe a Monseñor Alberto Levame que haga saber al Cardenal Segura que el Papa Pío XI desea llamarle en cuanto sea posible a Roma y que le envía su paternal bendición.

Monseñor Levame escribe desde París a Roma, el 21 de octubre de 1931, para decirle al Cardenal Pacelli que el Cardenal Segura se encuentra en cama desde hace varios días por un cólico hepático; añade que, incluso, desde Toledo, ha venido su médico junto con su hermano canónigo (se refiere a Emiliano). El médico le informa de que el shock moral vivido y una alimentación inadecuada están poniendo en gravedad su vida, y que conviene que no lo vea para no alterarse más. Monseñor Levame deja una carta personal con la información que el Secretario de Estado le ha pedido que le transmita.
 
Desde Sept-Fons

El 24 de octubre de 1931 el Cardenal Segura se excusa ante el Cardenal Pacelli diciéndole: “perdone la forma en que van escritas estas líneas en la cama, después de una enfermedad muy dolorosa que ha hecho seriamente temer por mi vida a los que me acompañan. Iniciada, gracias a Dios, la mejoría, me encuentro no obstante sintiendo los efectos de los malos días pasados. Luego, le pide que le entregue al Papa Pío XI la carta que acompaña la nota para él[1].


 
Sept-Fons, 24 de octubre de 1931
Beatísimo Padre:

El Señor ha querido probarme con una grave y muy dolorosa enfermedad, que ha puesto en peligro mi vida y que me retiene en cama hace nueve días.

La situación grave obligó a llamar a uno de los más prestigiosos doctores de España, el Dr. Garrido, Rector que ha sido de la Universidad y Decano de la Facultad de Medicina de Granada. Venido éste rápidamente, celebró consulta con dos doctores franceses, indicados por el P. Abad de este monasterio, y todos adoptaron unánimemente como primera medida la de aislarme en absoluto de toda comunicación y proporcionarme un reposo total hasta que se iniciase la mejoría.

En estas circunstancias acaba de entregárseme una nota de Monseñor Alberto Levame, Auditor de la Nunciatura de París. La nota está fechada aquí en Sept-Fons el día 20 del mes actual. Me apresuro a significar a Vuestra Santidad mi agradecimiento muy sentido por su Bendición Apostólica, que por su medio me enviaba, y que vino oportunísimamente en momentos tan angustiosos para mí.

Con gusto ofrecí al Señor no solo mis dolores, que han sido muy intensos, sino mi vida misma por el bien de la Santa Iglesia y en particular por Vuestra Santidad, cuya Bendición Apostólica intensamente imploro:

De Vuestra Santidad admo. devmo. Hijo
 
Cardenal Pedro Segura y Sáenz
 

[1] Vicente CÁRCEL ORTÍ, La II República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano [I-2] Documentos del año 1931 (agosto-diciembre), páginas 414-415 y 429-430 (Madrid, 2011).