Antes de que la izquierda se hiciese progre, a ratos pensaba en España. A su modo y manera, claro. Antes de que la izquierda se hiciese progre, hacía burla y mofa de los homosexuales, a los que tildaba de invertidos. Y hasta, mire usted por dónde, si la cosa se terciaba los ametrallaba.
 

Verdad es que antes de hacerse progre, la izquierda también mataba curas y obispos, quemaba iglesias y conventos, asaltaba bancos, tiroteaba enemigos reales o imaginados y asesinaba a presidentes de gobierno (tres en unos pocos años). De cuando en cuando declaraba huelgas salvajes gracias a las cuales ofrendaba las preceptivas víctimas al Moloch de la Revolución. Y verdad también es que se sublevaba repetidas veces contra el régimen establecido dado que, en definitiva, durante mucho tiempo precisamente en eso consistió ser revolucionario, pese a que hoy finjan un apego a la legalidad que apesta a cadaverina de oportunismo para consumo de incautos (o para que los malos puedan seguir engañando a los tontos, o sea).
 
A lo que iba. Antes de que se hiciese progre, había en España una cierta izquierda que abominaba del aborto y la eutanasia. Por eso, Largo Caballero le negaba el estatus de nación civilizada a la Alemania de los años ´30. Argumentaba el “Lenin español” que “eso”, se refería al aborto y la eutanasia, “aunque se tengan muchos museos y bibliotecas, es de salvajes”.
 
Pues sigue siéndolo, don Francisco, sigue siéndolo.
 
Nos vemos el sábado.   


Fernando Paz