Hace un par de años ya publiqué en el blog este artículo:

https://www.religionenlibertad.com/blog/438899792/1936-los-caramelos-envenenados-de-los-curas-y-las-monjas.html

Y más recientemente este otro.

https://www.religionenlibertad.com/blog/76320811/caramelos-envenenados-por-el-Dr.-Paredes.html

Bueno, pues esta es la portada del MUNDO GRÁFICO del 20 de mayo de 1936:

Ahora que se habla de los caramelos envenenados... La matanza de los frailes cuando se dijo que habían envenenado las fuentes públicas. Un gran reportaje. En el interior hay cambio de foto pero con los mismos titulares.

La aparición del cólera en el Madrid de Luis Candelas

En el Madrid romántico de hace casi dos siglos. Días de los hombres con melena y de las muchachitas que beben vinagre para estar más pálidas. Se habla de literatura en "El Parnasillo" y de política en "La Fontana de Oro". Madrid se estremece cada vez que conoce un nuevo robo de Luis Candelas. Allá, en el norte, las boinas rojas de los carlistas de Zumalacárregui son las pesadilla del gobierno de Martínez de la Rosa. Las Sociedades secretas trabajan activamente. Desde sus logias y sus torres, la masonería va tejiendo muchos hilos oscuros de la vida española.

El cólera en Madrid. Llega desde las campiñas andaluzas, bajo el sol ardiente del verano. Hay ya unos cuantos casos en la primera quincena de julio; mas las autoridades, por no alarmar al pueblo, se resisten a declarar oficialmente la epidemia. En los primeros días del mes, precisamente, ha descargado sobre Madrid una considerable tormenta, que encharca las calles durante varias jornadas. La fuente de la Cibeles queda convertida en isla, y los aguadores tienen que formar con tablones y cubas unos pequeños puentes para llegar a los caños del Oso y de la Sirena. El agua que en las desigualdades del terreno queda estancada durante varios días, bajo el rigor del verano, favorece, sin duda, la propagación de la epidemia.

A mediados de mes es imposible ocultar el mal terrible. Por las calles pasan continuamente los sacerdotes que llevan el Viático a los agonizantes. Se ven carromatos de cadáveres, camino de los cementerios.

Alguien lanza una acusación, que prende rapidísimamente en el ánimo popular:

-¡Los frailes han envenenado las aguas!