FÁTIMA Y EL ROSARIO

Mañana celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima.

Sobre Fátima y el rosario no tengo nada nuevo que decir, tan sólo recordar cosas que ya se han dicho antes porque a veces se nos olvidan.

La Virgen dijo a Lucía, Jacinta y Francisco el día de la 1ª aparición, 13 de mayo de 1917: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. En la 3ª: “Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”. En la 5ª les recomienda seguir rezándolo para obtener el fin de la guerra. Y en la última, antes del baile del sol, la Virgen se presentó como la “Señora del Rosario.”

Sor Lucía dice acerca de esta oración:

 “No hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”.

También dice que con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. “Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario”. “El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los últimos tiempos”.

Muy ligado a Fátima está San Juan Pablo II, quien también habló sobre el rosario en distintas ocasiones. He aquí algunas de sus palabras:

“-El santo rosario es la memoria continuada de la redención de Cristo.

-Mi oración preferida es el rosario.

-El rosario es una escalera para subir al cielo.

-Recorrer con María las escenas del rosario es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje.

-El rosario es la oración que suplica en Cristo la misericordia del Padre”.


Tengo un recuerdo de mi infancia: mi padre rezando el rosario en latín paseando por el pasillo de casa con las manos a la espalda y el rosario entre los dedos.  Para mí era algo tan natural, estaba tan acostumbrada a esa imagen que cuando mi profesora de 3º de E.G.B. nos mandó hacer un dibujo de nuestro papá para el Día del padre yo dibujé eso.

Si la Virgen María en persona nos dice que recemos el rosario, si santos tan grandes como San Juan Pablo II lo recomiendan… ¿por qué nos da tanta pereza?

En un artículo anterior escribí: “Del rosario he oído recientemente dos ideas que me han gustado tanto que me las he quedado: que es el látigo con que azotamos al diablo y que es la cuerda con la que ahorcamos al enemigo. Y eso sin ruido ni violencia, sentados tranquilamente en el sofá de nuestra casa o mientras corremos por el parque, yendo a clase en el autobús o mientras planchamos, en la iglesia antes de misa de siete, con una aplicación del móvil o con el MP3 y los cascos mientras vamos en Metro o mientras conducimos de vuelta a casa.”

A ver, si tuviéramos la oportunidad de  hablar con la persona más poderosa del mundo, p.e. el presidente Obama, durante 30 minutos y hacerle 5 peticiones, ¿no nos lo prepararíamos a conciencia? Digo yo que pensaríamos muy bien qué le íbamos a pedir, nos informaríamos sobre sus gustos y le llevaríamos un obsequio que le encantara, nos arreglaríamos para la ocasión, llegaríamos con antelación para no hacerle esperar y, por supuesto, nos adaptaríamos al protocolo con toda su dignidad y su rigidez.

¿Y por qué con el rosario a veces hacemos chapuzas? ¡Pero si es la oración más poderosa del mundo y se adapta a cada uno! Y encima es gratis.

Quizás por eso la tenemos un poco aparcada, porque como va “al criterio del usuario” nos parece poca cosa. No me digas, ¡somos tontos o qué! ¡Si no se tarda más que media hora!

Además no hay una forma rígida de rezarlo, se adapta al día a día y a cada uno. Se puede rezar en comunidad como hacen las monjas y los frailes en los conventos y monasterios; se puede rezar en la parroquia de cada uno a la hora que esté previsto (en la mía es media hora antes de la misa de la tarde); se puede rezar en familia después de cenar; se puede rezar sólo mientras esperas lo que sea: el autobús, el metro, tu turno en el médico, que se ase el pollo en el horno …; se puede rezar paseando por la ciudad o por el campo; con un amigo o con tu novia/o; arrodillado ante una imagen de la Virgen o mientras vas en moto…

Si es que además rezándolo tenemos casi todo ganado: a la Virgen le encanta y además nos lo ha dicho un montón de veces, Ella lo consigue todo para nosotros de su Hijo Jesús, ¡recemos el rosario a la Virgen y tendremos al Señor en el bote!