Para los que abrís el Diario de Terapia de Álvaro por primera vez, podéis leer la página anterior: aquí



¡Buenas! Perdonad por la tardanza, pero la vida del estudiante es “un no parar”, y más aún en Bachillerato.

Como dije en la anterior entrada, os hablaré de mi familia para que comprendáis el entorno que me rodea un poco mejor.

Cuando nací, no tenía padre ya que mis padres decidieron separarse (nota del autor: no sé cómo explicar que no estaban casados pero se separaron) así que crecí con mi madre.

Mi madre, al ser bastante joven, fue a vivir con mi abuela y mi tía, por lo que hasta los tres años estuve rodeado de un ambiente femenino. Como sabéis, hasta los tres años es cuando los hombres nos desprendemos de la madre y empezamos a formar nuestra identidad masculina… mirando al padre y claro, al no tener yo ese referente, acabé integrándome en el mundo de las mujeres como si fuera el mío propio.

A los tres años, mi madre se casó con el que es ahora mi padre, no biológico pero casi. Obviamente y nunca tuve una relación demasiado estrecha con él. Si a esto le añadimos el hecho de que él trabajaba la mayor parte del día, podríamos decir que apenas nos relacionábamos, por lo que seguía sin un referente masculino claro.

Ya en la adolescencia, porque nunca lo conocí realmente y chocábamos frecuentemente, pero una parte de verdadera con él y, para ser sincero, no es tan difícil, simplemente hay que ponerle voluntad y algún que otro aprendizaje.

Esto me ha dado una visión clara del problema del que partía y de dónde nacía mi AMS. La verdad es que , porque poner nombre a lo que te vives, a lo que te enfrentas hace que ya no sea algo difuso contra lo que luchar, si no que y sabes cómo y por dónde empezar para acabar resolviendo ese puzle.
Os seguiré contando más en próximas entradas del cuaderno de terapia. Prometo escribir pronto…
 
Elena Lorenzo Rego 
elena@elenalorenzo.com 

Si  quieres  conocer  más  sobre  la  AMS  no  deseada  y  la  terapia  de  cambio visita: LoSé