Año del Señor 2019
22 de febrero 
 
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
¿¿DÓNDE ESTÁ EL CARAMELO??
 
Hace unos días hemos empezado unas clases de música con una profesora que viene de Burgos. 
 
El otro día bajé a la clase con mucha alergia; tenía la la nariz completamente taponada. La profesora, al verme, me dijo que era muy importante respirar bien para poder cantar. Rápidamente me ofreció un caramelo de eucalipto, asegurándome que  a ella le iban muy bien, que eso me ayudaría. 
 
La verdad que se me hacía complicado, no solo respirar, sino ahora, con un caramelo, ponerme a cantar. 
 
Tras muchas vueltas, por fin logré terminar el caramelo. Ya podía seguir la clase tan feliz, pero, en una nota aguda no me dio la voz... y la profesora me dijo: 
-Ven a por otro caramelo. 
 
Yo, obediente, fui, pero la verdad es que se me hacía muy complicando cantar así... ¿qué podía hacer con el caramelo? 
 
La profesora nos indicó que nos pusiéramos de pie. Estábamos sentadas en unas sillas de plástico que tienen un respaldo alto. Al levantarme me percaté de que el plástico es bastante ancho para darles consistencia, y, al terminar el respaldo, el plástico forma una especie de repisa... ¡con espacio suficiente para dejar con cuidado y equilibro el caramelo! 
 
Tan contenta, seguí cantando con las demás. Al rato, la profesora nos indicó que nos sentáramos un momento. Me senté con cuidado y, disimuladamente quise coger el caramelo... ¡pero no estaba! 
 
Ni en el asiento, ni por el suelo... ¿¿lo habría cogido alguien?? 
 
Cuando volvimos a ponernos de pie, eché un vistazo a mi alrededor. De pronto vi a una hermana... ¡que llevaba mi caramelo pegado en la espalda! 
 
Entonces entendí: en mitad del ejercicio anterior, nos habíamos movido un sitio, ¡y me había dejado olvidado el caramelo! 
 
Llegué a la oración y, hablando con el Señor, me daba cuenta de que muchas veces nos complicamos y nos enredamos pensando de todo acerca de los hermanos... y luego descubrimos que hemos sido nosotros solos. 
 
Qué fácil es buscar a alguien para que tenga la culpa de nuestros actos. Y qué difícil (a veces incluso imposible) nos es ser responsables de lo que hacemos. Pero la felicidad está en aceptar y amar nuestra pobreza. Claro que al cabo del día la vamos a liar, vamos a caer, vamos a perder cosas... En ese momento, tenemos dos caminos: o buscar alguien para señalarle como culpable, o ser responsable de lo que ha ocurrido y buscar solución. 
 
Jesús nunca culpabilizó a nadie, siempre disculpaba, amaba, perdonaba. Cuando le dejas entrar en tu vida, Jesús lo que hace es quitarte la culpabilidad: te la transforma en responsabilidad. Te pide que cojas tu vida en tus manos y camines, que repares donde has hecho daño, y sigas amando. 
 
Hoy el reto del amor es ser responsable de tus actos, no busques un culpable. Ante lo que te ocurra, mira dentro de ti y pídele a Jesús luchar por el Amor.
 
VIVE DE CRISTO 
 
 
https://www.instagram.com/noviciado_dominicas_lerma/
 
https://www.facebook.com/Noviciado-Dominicas-Lerma-244473686123476/
 
http://dominicaslerma.es/    
 
¡Feliz día!
 
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial. Solo se permite un uso para actividades de evangelización siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.