¿Han oído hablar de “identidad de género”, “violencia de género”, “desigualdad de género”? ¿Se han cuestionado por qué no se dice “identidad sexual”, “violencia contra la mujer”, “desigualdad entre los sexos”?

Al celebrar el Día de la Mujer  parece oportuno cuestionar la palabra más usada por algunos grupos que dicen buscar su beneficio.
 
Como sabemos, la palabra género puede referirse a una tela, a un conjunto de cosas o personas que tienen unas características comunes como “el género humano” o en la gramática como masculino, femenino o neutro. Además en diferentes lenguas la misma palabra tiene diferentes géneros. “La mesa” en español es femenina, en italiano “il tavolo” es masculino y en inglés “the table” es neutro. ¿Pero por qué usar género en vez de sexo cuando se está hablando de seres humanos? ¿Cuál es el misterio? ¡Es que se trata de una ideología!
 
Ideología se puede definir como un cuerpo cerrado de ideas que parten de una premisa falsa. Por ejemplo, Hitler dijo a los alemanes: “La raza aria es la raza superior”. Los alemanes lo creyeron. Significado: todas las demás razas son inferiores. Algunas tan inferiores e indeseables que bien se podían utilizar de esclavos. Esto es lógico con una premisa falsa. La consecuencia: los campos de exterminio nazi.
 
Cuando se acepta una premisa falsa como verdad, todos los razonamientos que le siguen son lógicos. Usualmente aceptamos como una verdad que el sexo es algo biológico y que se nace mujer o varón. El género es lo mismo. Pero dicha ideología dice que el género se refiere a las distintas funciones que realizan las mujeres y los hombres y las relaciones entre ellos, tomando en cuenta el ambiente social y cultural. Entonces, el género es neutro. A partir de 1995, países desarrollados introdujeron “la perspectiva de género” como política prioritaria de los países donantes y condición para recibir su ayuda. Muchos gobiernos vieron esto inofensivo porque no supieron que detrás estaba una ideología de muchas consecuencias.
  
Si género es una construcción social y cultural, entonces es algo que se puede deshacer. Comenzamos todos como papel en blanco, en “neutro”. A partir de neutro estamos todos en las mismas condiciones de construir lo que queremos, entonces todos somos iguales. La persona puede cambiar su género como quiera y cuando quiera. Es completamente autónoma para hacerlo. Si esto es aceptado como una verdad, habrá una serie de consecuencias, algunas ya visibles en la propia patria. Si todos partimos de neutro, entonces no tiene sentido hablar de diferenciación sexual ni complementariedad de los sexos porque dos cosas iguales no se complementan. Asimismo, si todas las orientaciones sexuales son solo decisiones propias, a todo se le puede llamar matrimonio y a todo se le puede llamar familia. Lo único diferente es el embarazo de las mujeres. Y eso es considerado una gran desventaja por los ideólogos de género. Entonces, para no discriminar a las mujeres por su desventaja biológica, el aborto se vuelve algo completamente legítimo. Y si es legítimo, entonces el Estado tiene que proveerlo. ¿Y el varón? No tiene nada que decir. Es escogencia autónoma de la mujer.
 
¡Pero esto es absurdo! ¿Cómo puede prosperar esta ideología? Solamente imponiéndola por la fuerza. Y los medios son: la educación, los llamados “nuevos derechos”, las leyes, los medios de comunicación y presiones de países donantes. No es difícil ver que esta es la mayor rebelión que puede existir contra la naturaleza humana porque ataca lo más básico, lo más íntimo y propio de la humanidad, su diferenciación sexual. ¿Quién quiere vivir una falsedad? Y digan lo que digan, la persona no deja de ser lo que la naturaleza le proporcionó. Las mujeres que viven su verdad ambicionan tener igualdad de oportunidades pero desde su natural identidad de mujer y la mayoría de ellas también tendrán el ideal de encontrar un buen esposo y formar con él una familia. Ninguna mujer necesita una falsedad para eso.