Digital Reasons acaba de publicar el último libro del profesor Enrique San Miguel, catedrático de Historia del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos. Versa sobre el papel fundamental de los políticos cristianos en la construcción de la Unión Europea. Líderes de la talla de Adenauer, De Gasperi, Schuman o Aldo Moro, que supieron superar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y una larga historia de enfrentamientos entre las naciones europeas, para vislumbrar un futuro común, basado en los valores que han hecho nuestro continente referencia social para el resto del planeta. El respeto a la libertad individual, conjugada con la búsqueda del bien común y de la justicia social, la solidaridad como principio básico del orden social, un estado donde rige el derecho basado en la justicia son valores a los que no podemos renunciar, sea cual sea la situación económica o política. Pero esos valores se sustentaron en una concepción del mundo de la que ahora parece avergonzarse Europa, y esa es -en mi opinon- la clave de la crisis política en la que nos encontramos en nuestro continente. Se ha perdido la visión cristiana de la existencia, y se quieren mantener unos valores sin la base que les sustenta. ¿Qué queda del bien común, cuando no se acepta que existan verdades universales? ¿Qué de la generosidad y la apertura al otro, cuando no hay principios morales compartidos? ¿No nos sonroja el triste espectáculo que dan los políticos europeos ante la crisis de la inmigración en Siria o en Libia? ¿Cómo puede el conjunto más rico de países del mundo negar asilo a refugiados de una guerra, que además en buena parte ha sido causada o consentida por esos países? ¿Hemos olvidado los millones de europeos que emigraron a América en el s. XIX? ¿No somos conscientes de la herencia moral con países que han sufrido nuestro colonialismo hasta hace apenas unas décadas? ¿Dónde está la vitalidad europea para exportar su cultura, sus valores, su ciencia al resto del mundo?
Si enfocamos la situación en España, el libro del profesor San Miguel no puede ser más oportuno. ¿Dónde están los políticos inspirados por principios cristianos? No hablo naturalmente de los "católicos oficiales" (a Dios gracias ya van quedando pocos), sino de líderes con un auténtico sentido de la justicia, el bién común, la honestidad, o la política como servicio. En medio de las conversaciones (¿o mejor decir reyertas?) entre partidos por conseguir el ansiado sillón, resulta consolador conocer mejor la Historia, entender que es posible hacer política de otra manera, descubrir otras referencias en líderes que, con un auténtico sentido cristiano, supieron mirar más allá, perdonar y construir juntos, sociedades que han sido -me atrevo a afirmar- culmen de una concepción verdaderamente integral del progreso.