Curioso país el nuestro, capaz de digerir un presidente que ha mentido más que hablado, que ha enfangado a su país en la deshonra dentro y fuera de sus fronteras, que ha dividido a la ciudadanía hasta lo insondable, que no ha podido gestionar peor la cosa pública... Y después de todo... para mí que lo que le pasa factura va a ser lo de las niñas.

            Me explicaré. En mi opinión, el electorado socialista tiene dos sustratos básicos. El inferior, en el que está el gran vivero de votos, lo componen votantes de extracción rural o proletaria para los que su militancia socialista es incuestionable: son socialistas porque socialista fue el padre y socialista será el hijo, y cambiar el voto es, en su particular cosmología, implanteable.
 
            El sustrato superior lo componen urbanitas sofisticados y sibaritas, a menudo adinerados y hasta de extracción aristocrática. En su viaje a la izquierda, los más audaces se aventuran al PCE, pero la mayoría se apea en la estación PSOE. Los que pudieron, militaron en el PSP de Tierno. Compran El País (les va costar pasarse a Público), dicen leer a García Marques y a Hans Küng (en realidad poco), odian a los Estados Unidos adonde mandan a sus hijos en verano, y echan pestes del Movimiento, al que sirvieron sus padres (¿hacen falta ejemplos?). Algunos son tan clasistas que no sólo lo son con sus propios compañeros socialistas del primer sustrato, sino hasta con aquéllos de su clase que no son socialistas. Y tienden a la hipocresía, definida como el desajuste entre lo que predican y lo que practican (¿se acuerdan de Bermejo?). Dicho sustrato pesoíta no es mayoritario, quizás no llegue al 5%, pero nutre los cuadros e, intelectualmente hablando, constituye la vanguardia y el think tank del socialismo. Ser de izquierdas representa para ellos una suerte de barniz que les imprime elegancia: por eso precisamente, son “esteticistas” antes que “eticistas”, más interesados en la forma que en el fondo.
 
            Pues bien, a este segundo sustrato pesoíta, elitista y poderoso, la gaffe de Zapatero en Nueva York, y nada menos que ante el Gran Hermano de la Magna Orden de la Izquierda Intelectual, Mr. Obama, ha molestado sobre manera. Tanto que, después de todo lo pasado con el que con toda propiedad podemos calificar como el menos documentado y el más incapaz de los presidentes de la democracia, algo tan nimio como la fotito puede ser lo que les lleve a desertar. Si así fuera, estaríamos ante el declinar de la estrella presidencial, y con él, el final de la pesadilla.
 
            Verán Vds. que al final, tendremos que agradecérselo a los góticos.