Después de analizar hace apenas cuatro días los datos de los que disponemos para determinar desde cuándo celebramos los cristianos la Navidad (pinche aquí si le interés el tema), y partiendo de que, efectivamente, en el año 274 el Emperador Aureliano establece en Roma la fiesta del sol invictus en el 25 de diciembre sobre la base que al producirse el solsticio de invierno tal sería la fecha del nacimiento del sol, es decir, aquélla en la que se presenta más pequeño como más corta es su presencia en el día, dos son los documentos cristianos con los que, en principio, dicha festividad competiría.
 
            El  primero el Comentario al Libro del profeta Daniel, de San Hipólito, datable en el 205, anterior, por lo tanto, en sesenta y nueve años a la implantación de la fiesta solar en el calendario romano, en el que se lee:
 
            “La primera venida de Nuestro Señor en la carne [en la que fue engendrado], en Belén, sucedió [el 25 de diciembre, el cuarto día] durante el reinado de Augusto [el cuadragésimo segundo año, y] en el año 5500 [desde Adán]”.
 
            El segundo la “Chronographiai” del también autor cristiano Sexto Julio Africano, escrita en el 221, quién vuelve a sostener que Jesús es concebido cinco mil quinientos años después de Adán, añadiendo que dado que el año judío empieza el 25 de marzo, Jesús habría sido concebido un 25 de marzo, lo que, aunque Africano no lo dice, implicaría su nacimiento el 25 de diciembre (o circa).
 
            Ahora bien, como ya teníamos ocasión de señalar ayer, y más allá de otras críticas que se puedan realizar, ninguno de los dos documentos habla de celebración, sino sólo de la fecha en la que el evento acontece. Es más, como decíamos ayer, el sólo hecho de que el Africano se refiera a la concepción de Jesús el 25 de marzo y no propiamente a su nacimiento el 25 de diciembre, está delatando que esta segunda fecha no significaba nada para los cristianos en el momento en el que está escribiendo.
 
            Un tercer documento se nos aparece como clave a la hora de determinar la anterioridad de la fecha del festejo, documento que no es otro que el Calendario de Filocalio del año 354, que describe la festividad celebrada por los cristianos el 25 de diciembre como “Natalis Invicti”, el Nacimiento del Invicto, curiosa manera de referirse a Jesús (el Invicto) que, sin embargo, sí revela un cierto tributo a la fiesta romana del “Solis invictus”, el sol invicto.
 
            ¿Quiere ello decir que los cristianos imitan a los romanos al festivizar el 25 de diciembre para otorgar la fecha al nacimiento del personaje central de su religión?
 
            Lo primero que me gustaría señalar al respecto es que no tendría ninguna gravedad que así hubiera sido, siendo, como es, el llamado “sincretismo cristiano”, a saber, su capacidad para cristianizar fechas y lugares previamente paganos, fenómeno que no sólo vemos producirse en Europa en los albores de la implantación del cristianismo, sino nuevamente en América cuando éste se implanta a partir del s. XVI, uno de los grandes instrumentos de la religión nacida en la pequeña región de Galilea para “conquistar” el mundo.
 
            Dicho lo cual, y aún a pesar de las pruebas aportadas, yo seguiría sin hablar de “seguidismo” cristiano respecto del culto solar del Emperador Aureliano, sino más bien de una especial predilección de todas las culturas y religiosidades por una fecha tan “apetitosa” a los efectos como lo es la del solsticio invernal, una predilección que se hallaría en la base no sólo de la celebración cristiana de la Navidad, sino también, y de manera muy notoria, en la del culto solar, pero también en otras religiosidades como el mitraísmo (pinche aquí para conocer mejor el tema) o el judaísmo (pinche aquí para hacer lo propio).
 
            Y ello sin detrimento de que si de los textos sagrados hemos de fiarnos, y más concretamente del Evangelio de Lucas que es el único que aporta información relevante a los efectos, lo que está claro es que Jesús de Nazaret nació en cualquier fecha del año menos el 25 de diciembre (pinche aquí si desea conocer por qué realizo semejante afirmación).
 
            Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Espero que hayan tenido una muy feliz Navidad, y les animo a prolongar el espíritu navideño no sólo a estas fechas semifestivas que seguimos celebrando, sino a todo el año que comenzaremos muy pronto.
 
 
            ©L.A.
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