Año del Señor 2015
Lerma, 10 de diciembre 
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.


CABALLO Y JINETE


Hace un mes, estaba en el locutorio con María Vallejo-Nájera que, como otras muchas veces, había venido a compartir al Señor. Cuando vinieron las novicias a saludarla, viendo sus botas de montar, empezaron a comentar ilusionadas: 


-María... por fa... a ver si un día nos traes tu caballo... 


Siempre hemos creído que Cristo no te quita nada y te lo da todo, pero nunca nos habríamos imaginado hasta dónde puede llegar su capacidad de sorprendernos: el lunes pasado el Señor nos regaló esta increíble experiencia. María nos trajo hasta el monasterio unos caballos para poder montar. 


Fue un rato increíble, genial, en el que pequeñas y mayores disfrutamos un montón. 


Cuando te subías a uno de ellos, era como de ensueño. Disfrutar de cada paso, aprender a dirigirle... ¡Nos surgía tratarles con un cariño...!


Al montar, lo primero que te enseñaban era a cómo coger las riendas y cómo manejarlas para que el caballo entendiera. Izquierda, derecha, alto, adelante. Eran cuatro pasos, pero absolutamente necesarios para que aquello funcionara. Era increíble, porque se trataba del lenguaje entre tú y el caballo. Él comprendía a cada paso lo que le indicabas con sólo un pequeño gesto. Ni agresivo, ni hiriente; más bien parecía una sugerencia... Un suave movimiento de mano hacia la derecha, y él dirigía sus pasos hacia allí. 


Muchas veces nos preguntan "¿Cómo entendéis al Señor? ¿Realmente se le escucha?" Montada el el caballo experimenté la respuesta a esta pregunta. 


El lenguaje que Cristo utiliza con nosotros se podría asemejar al lenguaje entre caballo y jinete. Él, como el jinete, camina siempre con nosotros y utiliza el arte de sugerir. Suavemente nos indica el camino mejor: a derecha, a izquierda... pero nunca nos lo impone. 


Y nos ocurre igual que al caballo, que podría optar por no seguir las indicaciones, pero el jinete seguirá indicando, esperando de él que siga su gesto. Y, si no lo hiciera y tomara otro camino, no se bajará, no se quedará atrás, sino que siempre continuará por el sendero elegido por el caballo buscando indicarle el mejor camino de vuelta a casa. 


Y, ¿cuáles son Sus riendas? La Paz, la alegría, esos susurros que de pronto te vienen al corazón con mucha fuerza, o esas veces que sientes un 'no sigas por ahí', o ese impulso que te lleva ir a orar, o a tener un gesto de Amor... 


Hoy el reto del Amor es seguir los impulsos de tu corazón. Son impulsos que no vienen de ti, te son dados, y tú los puedes seguir o no. Cuanto más los sigues, más vas entendiendo ese lenguaje entre Cristo y tú. Y siempre te conducirán al Amor a Cristo y a las personas.


¿Le das tus riendas a Cristo?


VIVE DE CRISTO
 


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