1.b. Ahora…, ponte a orar, siguiendo estos pasos:

1/ Hazte un espacio en tu tiempo, en un lugar o rincón tranquilo y ambientado en tu casa. Coloca una Biblia gran y abierta, una imagen o icono que te ayude, un pequeño y grueso cirio encendido. Y tú, sentado: no comodón ni rígido, sin tensión.

2/ Con mirada serena gratuita, no posesiva, contempla la Palabra de Dios, o la imagen, dejándote llenar por ellas. Si tus ojos se quieren cerrar, que lo hagan… Y con el corazón o con la palabra audible y lentamente invoca al Espíritu Santo: Ven…ven…sí, ven…Lléname… Ven… Inúndame… Sí…, Ven… Transfórmame… Ven… orienta y dirige mi corazón y mi  vida… Ahora mismo… Ven… Lo quiero… Consiento en ello… (O como a ti te salga).

3/ Así te serenas y te centras sin mayor esfuerzo. Mira la Biblia o la imagen cuando lo necesites. Toma la Palabra en tus manos, y lee en el salmo 27 (26): Escúchame, Señor, que gte llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro… Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá… Lee despacio. Vuelve al leer el texto muy despacio, intentando saborear desde dentro, interiormente, cada palabra o frase. Quédate, “degustándola”, en aquella palabra o frase que te dice algo o resuena de algún modo dentro de ti. No tengas prisa.

4/ Llevado por la Palabra, deja a tu corazón que se explaye espontáneamente con el Señor: sea expresándole tus deseos; o a través de la súplica, o la gratitud, o el arrepentimiento, etc. O acogiendo como voluntad suya lo que el Señor te va sugiriendo de cambio de mentalidad, o de actitud, o de compromiso para con Él y con los demás… Pídele la capacidad de asumir y vivir cuanto te pide. Nunca pide lo imposible.

5/ Si no sientes nada o no te dice nada, quédate en paz: se te está comunicando de ese modo. Queriendo estar con Él, le manifiestas tu amor. Sin violencia ninguna, acepta, consiente, cree en su presencia en ti y ama… La obra de Dios se está construyendo muy dentro de ti, casi sin ti. Colabora con tu AMÉN CONSENTIDO.

6/ No tengas prisa. Deja la oración cuando ya te veas como “saturado·, en el buen sentido. O cuando crees que se ha cumplido el tiempo. Pero no la dejes sin antes haber rezado,-y tal vez de pie con los brazos abiertos o cruzados sobre el pecho-, un Padrenuestro, o un Avemaría, y sobre todo un Gloria al Padre…, lentamente, despacio, casi silabeando.

7/ retírate en paz a tus tareas y relaciones. A tus compromisos. Él te acompaña.

(Es bueno y conveniente que durante varios días vayas repitiendo estos pasos o algunos de ellos…, y todo se irá simplificando en ti. Y el Encuentro personal con el Señor se irá dando en ti, dentro de ti. No lo dudes).