Los biógrafos de Ignacio de Loyola cuentan que un día, cerca ya de su muerte, el médico, después de visitar al santo, le aconsejó, le recomendó a él -y también a quienes le cuidaban y acompañaban-, «evitar cualquier cosa que le causase melancolía; que eludiera todo cuanto podía causarle abatimiento, aflicción, tristeza...»

A los pocos días, san Ignacio, hablando con el padre Luis Gonçalves da Cámara, le dijo:

- «Yo he pensado en qué cosa me podría dar melancolía y no he hallado cosa alguna.» Y añadió:

- «Sólo hay una cosa que podría darme melancolía, abatimiento, tristeza...: si el Papa deshiciese la Compañía de Jesús del todo. Y aun con esto, que el Papa aboliera la Compañía de Jesús, yo pienso que, si un cuarto de hora me recogiese en oración, quedaría tan alegre como antes.»


Quien sabe recogerse y elevar su mente y su corazón -exponiéndole todo cuanto hay en su interior- a Dios...

Quien sabe leer entre rayas torcidas el mensaje divino...

Quien sabe buscar y hacer la voluntad de Dios y está entregado por entero a su servicio... no debe temer que le invada la melancolía ni el abatimiento.






Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.