Tomado del diario El Mundo

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Un apellido como Osborne fue el punto de partida para la investigación de José Manuel Ferrández Bru que descubre la gran influencia que tuvo un sacerdote español sobre la obra del escritor J.R.R. Tolkien. La conexión española de Tolkien. El tío Curro cuenta cómo fue ese proceso, muy poco conocido hasta ahora.

Francis Xavier Morgan Osborne fue tutor del autor de El hobbit cuando este era tan solo un huérfano de doce años cuya madre había fallecido de diabetes en 1904. Con esta biografía Bru destaca que el cura «tuvo la influencia personal con la manutención, una a nivel cultural con todo lo que transmitió de su forma de ser y también por la religión».

La historia de Morgan y Tolkien llamó la atención del público no especializado que asistió el pasado domingo a la convención anual de la Sociedad Tolkien en Alicante. La relación entre los iconos que ha generado El señor de los anillos con el perfil del toro de Osborne causó sorpresa. Casi tanta como la que tuvo el propio Bru cuando contactó con esta familia para preguntarles por la posible relación entre el novelista y aquel sacerdote: «Me llamo el presidente de la compañía en persona, Tomás Osborne, y me espetó un '¿y qué quiere saber de mi tío Curro?'». Aquello supuso el descubrimiento de «una dualidad asombrosa en una persona con dos vidas paralelas: una en Inglaterra donde era un sacerdote adscrito a una reconocida institución y, por otro lado, otra en España donde era 'el tío Curro Morgan, que es cura en Inglaterra'».

Acertijo hispano

Nacido y criado en Andalucía, Morgan visitaba periódicamente a su familia, entre la que se contaba la escritora Cecilia Böhl de Faber. La obra de esta llegó hasta el propio Tolkien de tal forma que «uno de los acertijos de El Hobbit, del que nadie había encontrado una referencia similar, es prácticamente similar a uno escrito en sus obras por Böhl de Faber».

Como todos los expertos en Tolkien, Bru sabía que este era de familia baptista, y que la madre se convirtió al catolicismo cuando el niño tenía ocho años. «Al poco de la conversión, la familia se trasladó a las cercanías del Oratorio de Birmingham», explica Bru. Allí «trabaron una profunda amistad con uno de sus sacerdotes», tanta fue que Morgan recibió el encargo de su madre de convertirse en tutor legal de su hijos y «así se alejaría el peligro de que a los chicos se les volviera a convertir al anglicanismo, si era la familia quien quedaba con su tutela».