A todos nos viene bien salir a caminar. Dejar por un rato el trabajo y los asuntos pendientes. Dar un paseo y, al mismo tiempo, rezar, ¡meditar!, el rosario, cambia el sentido de todo el día. Ver la realidad desde la perspectiva de María, nos hace más sensibles y conscientes de lo que pasa.

El estrés, tan pesado como insistente, quizá nos está diciendo que no hacemos suficiente oración, que nos falta cuidar mejor nuestra relación con Dios. Por esta razón, dar una vuelta y vincular los misterios de Jesús con la realidad que nos está tocando vivir, permite encontrar la clave para poder sacar adelante la vida.

La repetición del Ave María, facilita el camino de la reflexión. Pone los medios para que el Espíritu Santo tome parte en la conversación. Solamente aquellos que lo han intentado pueden saber qué significa. Caminar en un parque o sobre la playa, permite tomar aire, ampliar horizontes y, dentro de la perspectiva del rosario, dar profundidad, pues nadie tan profundo como Dios.

El rosario no sustituye de ninguna manera los sacramentos o las buenas obras, pero ayuda a practicar la fe, suavizando los problemas, conflictos o tensiones. María, lejos de distraer, concentra, enfoca, hasta redirigir la mirada hacia Dios, causa primera de todo lo que existe.

Mater Divinae Gratiae, ora pro nobis (Madre de la Divina Gracia, ora por nosotros).