PENSANDO DESDE MI MAR: LA MAREA NEGRA

            Junto al lugar donde vivo  en la ciudad hay un barrio de los que llamamos social. Un bosque de bloques en donde se hacinan familias venidas de cualquier parte. Por sus ventanucos difícilmente puede entrar el poco aire fresco de la noche. Se dan cita allí toda clase de maleantes que buscan de la droga de cada día. Un sacerdote hace lo que puede, y hace mucho, pero cuesta sembrar la Verdad en un campo tan lleno de cizaña.

            La otra tarde, al pasar por la calle que limita con el barrio, vi a un grupo de africanos sentados en los bancos de una pequeña plazoleta charlando plácidamente. Me agradó la escena, y pensé en los que ha tenido que pasar esta pobre gente para llegar a un  lugar civilizado en donde puedan sentarse a tomar el poco fresco de una tarde de verano.

            Seguro que estos jóvenes negros han empeñado sus escasos bienes para poder entrar en este mundo que a ellos les fascina. No sé si llegaron en pateras a nuestras costas, en los bajos de algún camión, o metidos en una maleta. Pero llegaron al mundo libre,  en el que, por cierto,  hay otras cadenas y esclavitudes.

            Cuando leo las estadísticas de la inmigración ilegal me produce escalofríos. Aporto datos tomados de la prensa:


La inmigración a través del mar está sufriendo un repunte en 2014. Durante los ocho primeros meses del año, España ha recibido más inmigrantes que en el mismo periodo de 2013, una cifra que se había reducido ese año respecto a 2012.

La seguridad en la valla y la concentración de las fuerzas españolas y marroquíes en evitar saltos a través de la frontera terrestre ha hecho que muchos inmigrantes opten por utilizar balsas de juguete o pateras de gran tamaño para tratar de llegar a suelo europeo.

Las cifras a nivel porcentual son muy llamativas respecto al año pasado. Almería ha multiplicado casi por cinco el número de llegadas a sus costas. Cádiz, debido a los más de mil inmigrantes que cruzaron el Estrecho en tres días durante el mes de agosto, ha multiplicado sus cifras por tres.

Carlos Arce, coordinador del área de inmigración en la Asociación Pro Derechos Humanos en Andalucía, reduce la importancia de estas cifras: “Nos movemos en unas cifras tan bajas respecto a 2006 que si vienen unas pocas pateras más que estos años los porcentajes aumentan de forma tremenda”.

Que los movimientos migratorios lleguen desde una zona u otra depende, según el coordinador, de “la presión ejercida por las fuerzas marroquíes en un punto u otro”. Por ello, al haber un aumento de saltos en la valla durante los últimos años, el mar vuelve a ser una esperanza para magrebíes, argelinos y subsaharianos.

También aumenta el número de inmigrantes que utilizan balsas ‘toy’ para viajar hasta suelo europeo. Esto se debe a un encarecimiento del viaje en patera porque las mafias, gracias al control español y marroquí, corren un riesgo mucho mayor de ser detenidas.

Melilla en invierno, la península en primavera y verano

Los movimientos migratorios en patera durante este 2014 tienen una clara tendencia: Melilla es el destino principal durante el invierno, la península lo es en primavera y verano. Esto se debe a las corrientes, a los vientos y a la temperatura, que hace muy complicado viajar a la península. Por ello, desde enero hasta marzo llegaron 192 inmigrantes a la ciudad autónoma. Desde abril, no ha vuelto a llegar ninguno.

 Una vez las pateras dejaron de llegar a la costa melillense,  las llegadas a la península tomaron protagonismo y se multiplicaron hasta llegar a la catarsis de agosto, cuando más de mil inmigrantes llegaron en balsas ‘toy’ a las costas gaditanas.

Almeria recibe pocas pero grandes pateras, Cádiz lo contrario

El número de pateras también es importante a la hora de analizar los movimientos migratorios en el estrecho. Desde el Cabo de Gata hacia el norte, la península recibe argelinos y marroquíes, aunque estos últimos son la excepción.

Este tipo de inmigración se realiza en grandes pateras de hasta setenta personas. Por ello, aunque las costas murcianas, almerienses y valencianas reciben pocas pateras, cada una de ellas engordan mucho las cifras. En verano, llegan más al norte, hasta Murcia o la Comunidad Valenciana.

La costa sur española es otro cantar. Fuentes de Salvamento Marítimo indican que llegan muchas pateras. “Es un goteo constante”, aseguran. Por ello, cada uno de los cayucos suma muy pocos inmigrantes a la cifra total, pero la gran cantidad de llegadas supone que poco a poco esa cifra aumente hasta niveles muy altos.

 

            Y esta es la historia que no tiene visos de acabar. Vienen buscando el pan de cada día, un techo normal donde cobijarse, un medio de vida para ellos y la familia que se quedó con el resto de la tribu.

            Y el Mediterráneo, se ha dicho, se ha convertido en el gran cementerio de Europa, porque muchos no llegan a pisar la tierra de promisión.

            Cuando vi el otro día a cuatro o cinco africanos charlando a la sombre de una palmera en este barrio social de mi ciudad, me alegré, porque al menos ellos si llegaron a conseguir su sueño. Cuando nos crucemos con alguno de estos hermanos, al menos hagámosle el regalo de una sonrisa.