Cuando caminábamos aquí en Buenos aires hacia la fundación, ese misterio nos conmovió cuando conocimos a Laurita. Había nacido con una discapacidad muy profunda. ¿Cómo hacía para establecer una comunión con cada uno de nosotros, una comunión de corazón a corazón?

Nuestros encuentros eran, en efecto, de corazón a corazón, ninguna idea ni proyectos, ni negocios; nuestros diálogos estaban hechos más bien de gestos y a través del lenguaje del cuerpo. Cuando salíamos de allí decíamos que teníamos una vida nueva, una alegría y energía inexplicable.

Laurita fue nuestra maestr. En ella escuchábamos ese grito de amor y de comunión. Para nosotros fue el pilar de nuestra fundación del Arca.

El Arca comienza cuando aprendemos a "escuchar" ese grito y a descubrir esa presencia de Jesús en las personas con discapacidad mental. El Arca está basada en un llamado de Dios que se da a través del grito de los más débiles, un grito de querer amar y sr amado, un grito que nos dice: ¿Por qué estoy aquí? ¿Po qué me abandonaron?, un grito que se une al de Jesús en la Cruz: "Padre, ¿por qué me has abandonado".