Contrario a lo que se podría pensar, lo más opuesto a amar no es odiar, sino usar. Esta distinción reviste una fundamental importancia para el mundo de la sexualidad, pues da un criterio para establecer qué comportamientos son buenos o malos en este ámbito.

Cuando se ama, se busca el bien y lo mejor para la otra persona. Cuando se usa, en cambio, se busca el propio bien, muchas veces a costa de la otra persona. Cuando uno ama, la otra persona es un sujeto de amor. Cuando uno usa, en cambio, la otra persona es un objeto, por ejemplo, de placer. Amar y usar son, pues, absolutamente incompatibles.

Ahora bien, esta distinción no siempre es tan sencilla y necesita ciertas precisiones, las cuales presentamos en el video a continuación.  

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