En el día de la Madre es digno y saludable destacar a todas las madres de los sacerdotes difuntas, las que se marcharon hace años, o las que se fueron recientemente.

La presencia de la madre en la vida de los sacerdotes es vital, esencial e insustituible. Lo digo por mi propia experiencia.

Un día como hoy, no hablamos de ningún hijo sacerdote, sino de las madres que tuvieron un hijo cura, lo acompañaron, lo aconsejaron, lo cuidaron, mejor y con más detalle que cualquier otra persona.

Por derecho de igualdad, junto a la madre del cura siempre hubo hermanas del sacerdote, que rechazaron un matrimonio, seguramente muy feliz, en aras de ofrendar su vida en el cuidado y la convivencia con el hermano pastor de las ovejas del rebaño del Señor.

!Cuánto agradicimiento reciben las madres y hermanas de sacerdotes desconocidos por parte de sus propios familiares y de los propios fieles¡

Quien solamente guarda infinitas gracias a esas abnegadas madres de curas vivos o difuntos, es el Señor quien no se queda con nada de nadie, sino premia con plena justicia.

Descansen en paz, todas las madres y hermanas de sacerdotes, han sido y son los ángeles tutelares de esos curas pastores de almas.

Tomás de la Torre Lendínez