Lerma, 2 de mayo
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
SALUDO FORMAL
Cuando salimos de la capilla al acabar algún rezo, siempre tenemos que cruzar la iglesia. La verdad es que es un recorrido muy bonito: saludamos dos veces al Señor, vemos los arreglos florales de las esforzadas sacristanas... Además, en este tiempo de Pascua, hay una cosa que me encanta: la enorme pila de agua bendita de la noche de Resurrección.
Ayer, al salir de vísperas, toda la comunidad hicimos el recorrido habitual. Yo, como siempre, me desvié unos pasos para acercarme al altar de la iglesia y meter los dedos en el agua bendita de la pila. Al volver de nuevo al camino, una de las monjas mayores aceleró el paso y se puso a mi lado. Sonriéndome, me tendió la mano. La miré con extrañeza. ¿A qué venía ahora ese saludo tan formal? Bueno, realmente, ¿por qué me saludaba, si llevábamos todo el rato juntas?
Ella, percatándose rápidamente de todo lo que cruzaba mi mente, sin dejar de sonreír, me señaló la mano. Después volvió a tenderme la suya. ¡Me estaba pidiendo agua bendita!
Choqué mis dedos aún húmedos contra su mano y, sonriendo, continué andando. Noté que ella se quedaba rezagada, pero, nada mas salir de la iglesia, volvió a ponerse a mi lado:
-¡Mira! -me dijo muy contenta- ¡Yo también he dado agua bendita a la que venía por detrás! Lo que has cogido tú... ¡nos ha valido para las tres!
Hoy el reto del amor es coger agua de Cristo. Hoy para un rato con Él, abre las puertas de tu corazón, deja que su amor inunde todo tu ser. Lleno del agua de su amor, ¡podrás repartirla a los demás!
Lo mejor de todo es que... ¡nunca se sabe lo lejos que puede llegar el agua de Cristo pasando de mano en mano!
Hoy te invito a que abracemos el mundo entero con esta cadena de amor. Te invito a que, a lo largo del día, de la mano de Cristo, vayas repartiendo gotitas de amor: sonríe a todo el que hoy comparta camino contigo. Y, si alguien te sonríe a ti... ¡sigue la cadena, sonríe! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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