El perdón es ese proceso que suprime poco a poco esas barreras que hemos creado para ocultar y protegernos de nuestras heridas, y nos permite comenzar a aceptar e incluso a amar a los que nos han herido.
De cada a las heridas, cada uno reacciona de forma diferente. Podemos reaccionar queriendo hacer daño a los que nos han hecho daño a nosotros, o hablar mal de los que han hablado mal de nosotros. Podemos dejar que esas heridas se infecten en nuestro interior, creando una especie de malestar y de insatisfacción perpetua frente a todos y cada uno. Incluso podemos volver la ira contra nosotros mismos, como si nos hubiéramos merecido la herida y el rechazo. Nos dejamos convencer de nuestra falta de valor, de nuestra inferioridad y de nuestra maldad.
El don supremo, el don más grande, es el de poder perdonar. Porque el perdón nos libera de nuestras heridas pasadas (…). Para llegar a ser verdaderamente libres tenemos que hacer el esfuerzo de comunicarnos con los que no amamos, intentar entenderlos y aceptarlos como son. Este esfuerzo es el perdón.
 
Jean Vanier, Acoger nuestra humanidad. P. 148