Las redes sociales han revolucionado nuestra forma de comunicarnos. Familias dispersas por el mundo pueden encontrarse con tan solo un clic. Obviamente, se trata de una innovación positiva, capaz de hacer las veces de un puente digital entre puntos geográficos distantes; sin embargo, ¿qué ha pasado con la privacidad? Actualmente, todos somos como un libro abierto. A veces, aunque no nos demos cuenta, publicamos nuestra vida. No es casualidad que varias legislaciones estén incluyendo leyes para la protección de datos personales, porque en el mundo de los intercambios electrónicos, fácilmente pueden exponerse identidades, revelar detalles fuera de lugar. El problema no son las redes sociales, sino la falta de educación y formación al usarlas.

 Ahora bien, por privacidad, no estamos entendiendo doble vida o clandestinidad, sino un sano grado de intimidad. En las redes, ha estado circulando una caricatura en la que una persona llega a confesarse y, al hacerlo, el sacerdote le ahorra tiempo, diciéndole que ya sabe lo que le va a decir, pues lo vio en el muro de su perfil. Sin duda, un gráfico interesante, capaz de dibujar lo que estamos analizando. El exceso de información personal a la vista de todos, revela un cierto complejo de tipo antropológico. Por ejemplo, los que van llegando a una fiesta y no están tranquilos hasta que suben la ubicación o, en su caso, alguna fotografía que demuestre cuán sociables son. A todos nos gusta tener algún recuerdo de nuestros amigos, pero una cosa es hacerlo de manera espontánea y otra, muy distinta, cubrir el requisito por aparentar o vender una idea que no va con la realidad. Quizá la noche estuvo aburrida, pero la imagen transmitida aparenta diversión.

 ¿Cómo cuidar la privacidad? Hay varias formas de hacerlo. Existe la opción de elaborar una lista para que solamente ciertas personas pueden tener acceso a las fotografías. En el caso de los amigos, aceptar únicamente a los que conozcamos en persona, pues hay que evitar deshumanizar las relaciones o volverlas triviales. Adelante con la tecnología pero a partir de una conciencia despierta, responsable.