No soy un cinéfilo empedernido y, en consecuencia, no suelo escribir mucho de cine. Pero en esta ocasión romperé mi silencio cinematográfico para recomendar una película: La historia de Marie Heurtin.

 

La vi en un pre estreno benéfico en el que la recaudación se destinaba a la Fundación Pro Vida, lo que significa que iba a ir me pusieran lo que me pusieran. Antes tomé la precaución de ver el trailer y pensé que incluso iba a ver una buena película. No me equivocaba.

 

La historia de Marie Heurtin narra la historia real de la profunda transformación de una niña sorda y ciega en la Francia de mediados del XIX de la mano del cariño, esfuerzo y constancia de una monja que entrega su vida a liberar a esa alma de la cárcel de silencio y oscuridad en la que se hallaba recluida.

 

La historia es impresionante y está explicada con sencillez y naturalidad, sin estridencias (he leído que algunos la han calificado como bressoniana). Es una película con una carga emotiva muy fuerte y, a mi entender, muy bien manejada, evitando el recurso a la lagrima fácil, al sentimentalismo barato, a la manipulación de los sentimientos del espectador. Es emotiva, sí, pero al mismo tiempo sobria, mostrando una belleza sin alardes. Y lo que nos explica es muy, pero que muy importante, algo de lo que estamos muy necesitados.

 

Juan Orellana, y éste sí que sabe de cine, también habla muy bien de ella en Alfa y Omega, llegando a escribir que “Esta película, más allá de su impecable elegancia, es un sintético y certero tratado de relaciones educativas. Una pequeña joya, una película imprescindible”. Si no se fían de mí, fíense de Orellana y desen prisa en ir al cine a verla. Es de las que no duran mucho en cartelera pero de las que uno tiene que ver sí o sí.