Como sabe bien casi todo el mundo, en la profusa simbología de la francmasonería la escuadra y el compás son los signos por excelencia. Su presencia en los grados de aprendiz, de compañero y de maestro es indispensable en el ritual. Ahora bien, ¿se ha fijado Vd., si ha podido ver ambos símbolos en alguna ocasión, en que en algunos casos es la escuadra la que va por encima del compás, a veces ocurre justo al revés, y en ocasiones aparecen como entrelazados? ¿Esto es así por casualidad? ¿Lo es al albur y capricho de quien realiza en cada caso el diseño? ¿O no es nada casual y la cosa tiene más significado de lo que a prior pudiera pensarse?
 
            Pues bien, desde ya les adelanto que la respuesta correcta a la pregunta que nos planteamos hoy es la tercera. Y lo que voy a intentar explicarles es el porqué de la cuestión.
 
            En la simbología masónica, la escuadra, que se dice “norma” en latín, representa precisamente eso, la norma, la referencia, lo que está ahí, lo que es previo a la creación. El compás, por el contrario, representa la sabiduría del espíritu, la creación, la creatividad que se puede permitir el que ya conoce normas y reglas y se sirve de ellas para construir, aceptándolas o incluso contrariándolas, pero nunca por desconocimiento.
 
            La escuadra es por ello mismo, la herramienta que permite “poner derecho, conforme a la regla” los errores del profano, entendiendo por “profano”, en terminología masónica, el que no pertenece a la masonería. Por todo ello, la escuadra es la herramienta específica del que empieza en la masonería, del que acaba de ingresar, el llamado “aprendiz”. El compás es, por el contrario, la herramienta del llamado, también en terminología masónica, “maestro”, que no tiene necesidad de constricciones, de normas exteriores a sí mismo para actuar.
 
            A los efectos, es preciso indicar que el de maestro es el tercer grado por el que pasa el que se inicia en la masonería, que el primero es el de “aprendiz”, y que entre ambos se sitúa el de “compañero”.
 
            Dicho todo lo cual, en el primer grado, sobre el altar de los juramentos que se encuentra a los pies del Venerable Maestro que preside la ceremonia de admisión, la escuadra es colocada sobre el compás, la norma sobre la creación. En el segundo grado, el de compañero, escuadra y compás están entrelazados, pues aunque el iniciado aún no puede desprenderse de la norma, puede empezar a ejercitarse en la creatividad. Mientras que en el tercer grado, el de maestro, el compás ya aparece sobre la escuadra, signo de la perfecta y total maestría que permite utilizar el compás en todos los grados de abertura, la creación más allá de la norma.
 
            Y bien amigos, dicho todo lo dicho me despido de Vds.. No sin recomendarles vivamente la lectura del libro “Por qué dejé de ser masón” obra del francés Serge Abad, editado por Libros Libres y del que soy traductor al español, en el que su autor relata las razones que llevaron a su autor a abandonar la masonería en la que militaba ya por un cuarto de siglo y a recuperar las vivencias cristianas experimentadas en su infancia, libro del que extraigo la información que he dejado aquí para Vds. Y por supuesto y como siempre, no sin desearles que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. También hoy. Hasta mañana.
 
 
            ©L.A.
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