Hace unos días un siniestro personaje español votado dos veces para dirigir los destinos de España, asistió a una reunión indebida celebrada en una ciudad del antiguo Sáhara español.

En ella estuvo de sacerdote el misionero oblato de María, padre Octaviano Vega, quien nacido en las montañas de León, ingresó en los Oblatos. Siendo un joven cura estuvo en tierras del Sáhara español ejerciendo un papel del que se sintió muy orgulloso tanto entre los militares españoles, como en los miembros de  la colonia católica y el resto de habitantes naturales de aquellas desérticas tierras.

El padre Octaviano llegó a Jaén nombrado como párroco de la feligresía de San Pedro Pascual, donde su congregación llevaba trabajando pastoralmente desde el año 1966.

Hombre cordial, sencillo, sonriente, tenía bellos recuerdos de la vieja colonia, que gustaba compartir con quienes fuimos sus compañeros y amigos.

Una noche de diciembre de los primeros años noventa, el padre Octaviano se acostó en su cama y de un sueño pasó al otro: a la muerte.

El golpe en la feligresía fue enorme. El día de su entierro los feligreses lloraron a un amigo y a un buen cura.

Descanse en paz, el padre Octaviano O:M. I.

Tomás de la Torre Lendínez