Son varios los misterios…, con que nos encontramos al leer o estudiar nuestra Biblia. Y el más importante de ellos es el referido a la existencia de la Santísima Trinidad, que en su enunciación inicial nos dice que hay un solo Dios y tres personas que componen este trio divino. ¿Pero por qué se denomina misterio? Porque en su conjunto solo tenemos conocimiento de él en una pequeña parte, falta que Dios nos dé una completa revelación de este misterio, cosa que no ha hecho aún y mucho me temo que nunca lo hará, por lo que solo quizás lleguemos  a saber algo más de este Misterio y lo podamos contemplar con los ojos de nuestra alma y no con los de nuestro cuerpo.

El parágrafo 234 de nuestro Catecismo nos dice que: "El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la “Jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). “Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos" (DCG 47)”.

                    El Señor, a lo largo de su vida entre nosotros, nos desveló solo un poco de lo que sucede en el seno del Dios Trinidad. Por la sencilla razón de que no podemos aprehender la intensidad del diálogo divino ni poder soportar el ardor del amor entre el Padre, el Hijo y su Espíritu Santo. Por mucho que tratemos de ahondar en el interior de este misterio, jamás lograremos saber más de él, de lo que hasta el presente Dios nos ha revelado. Se cuenta la historia de que un día San Agustín, iba paseando por la playa y pensando en este misterio y especulando sobre lo que no acababa de comprender. Tropezó con un niño que estaba jugando con un cubito  sacando agua del mar, la iba metiendo en un pequeño hoyo que había hecho en la arena. Intrigado San Agustín, le pregunto al niño que es lo que hacía y este le respondió: Trato de vaciar el agua del mar metiéndola en este hoyo. San Agustín le dijo: mira hijo eso es imposible. Y el niño le respondió, más imposible es que trates de meter en tu cabeza lo que vienes pensando y el niño desapareció.

                   “Para Hahn Scott: “La Trinidad es un misterio que sobrepasa nuestra capacidades racionales por sí solas. Esto no quiere decir que creer en Dios sea irracional, más bien quiere decir que cualquier dios que pudiéramos comprender no podría ser Dios, porque esa “divinidad” sería inferior a nuestro propio entendimiento. La grandeza de Dios puede ser vislumbrada fugazmente, en la creación. Pero no podemos conocer a Dios si Él no se revela”.

               Para pensar y meditar sobre este tema, lo primero de todo es necesario considerar que no existe sobre este tema una verdad revelada totalmente por parte de Dios a los hombres sobre este tema. Acabo de leer en un artículo, que nos dice que Mussolini tenía un coeficiente intelectual de 175, cuando los superdotados que son aproximadamente un 1,5% de la población tienen solo un 130 de coeficiente mental y los llamados genios tienen un coeficiente de 140 y son solamente el 0,1% de la población es decir 1 genio se da cada 1000 personas, Pues bien para hacernos una idea, el ser humano sus superdotados y sus genios, no son, en comparación con Dios nada. En Dios todos sus atributos tienen carácter ilimitado, carecen de fin.

               Es decir, quizás en el cielo, al ser glorificados e iluminados por la luz, que emana del Rostro de Dios, nuestras mentes puedan aumentar desmesuradamente su coeficiente mental, pero siempre este estará muy debajo de llegar a comprender y entender lo misterios de la divinidad y concretamente, el Misterio de la Santísima Trinidad. Por lo tanto frente a este enigma solo cabe la especulación y como ella no le ofende a Dios, podemos aquello que nos falta conocer de este Misterio divino, en virtud del cual, siendo los cristianos monoteístas, sin embargo tanto judíos como musulmanes nos llaman politeístas.

                El parágrafo 253.3 de nuestro Catecismo, nos dice que "La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un sol, Dios en tres personas: “La Trinidad consubstancial" (C. Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: “El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (C. de Toledo XI, año 675: DS 530). “Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la sustancia, la esencia o la naturaleza divina" (C. de Letrán IV, año 1215: DS 804)”.

                  Para los judíos, solo existe Yahveh, es decir un Dios unitario. Para nosotros, en Dios hay tres Personas, sin embargo sólo hay una naturaleza divina. La revelación parcial de este misterio de la Santísima Trinidad, nos fue revelada claramente por Jesucristo. La divinidad del Padre ya estaba revelada para los cristianos en la figura de Yahveh pero históricamente, la divinidad del Hijo fue admitida de inmediato; en cambio la del Espíritu Santo se integró con mayor lentitud en la fe cristiana.

              "Se comprende fácilmente, pues al ser esta tercera Persona el Espíritu por excelencia y no estar sometida a los sentidos es más difícilmente reconocible, solamente se la puede percibir a través de sus efectos y de su influencia espiritual, tal como escribe Etienne Brot, Brot, Etienne, que continúa diciéndonos: “Es patente que no fueron los cristianos de los primeros tiempos quienes inventaron la Santísima Trinidad. Ningún hombre por genial que sea, es capaz de imaginarse esta idea de Dios. Que sobrepasa la capacidad de la inteligencia humana; una idea de la que el mismo Jesucristo habló muy poco durante su vida pública esperando a la víspera de su muerte para desvelarnos lo esencial”.

                La Santísima Trinidad no es otra cosa, que un foco de Amor recíproco, entre Padre e Hijo, y entre Hijo y Padre, y de los cuales emerge esplendoroso, la síntesis pura del Amor, que es el Espíritu Santo. Esta maravilla de Amor, es el todo del universo, es el todo de todo, porque es Dios. Porque es Él, nuestro Rey, nuestro dueño y Señor, a quien nosotros, insignificantes criaturas suyas, debemos rendirle pleno acatamiento y amor con todas las fuerzas que nos permitan nuestras humildes posiciones, en esta vida.

            Para Blosio: “Las tres personas, son igualmente eternas y sumamente iguales, sumamente semejantes y están unidas entre sí. En el Padre está todo el Hijo y todo el Espíritu Santo; en el Hijo está todo el Padre y todo el Espíritu Santo; y en el Espíritu Santo está todo el Padre y todo el Hijo. Aunque el poder se atribuya al Padre, la sabiduría al Hijo, y el amor al Espíritu Santo, uno y mismo es el poder, la sabiduría, y el amor de las tres Personas”.

             Un conocido exégeta Ronald Knox, expone su idea acerca de la formación de la Santísima Trinidad, diciéndonos: “Desde toda la eternidad, la Mente de Dios produce un pensamiento que es igual que Él, y una misma cosa con Él. Esto es lo que llamamos el Verbo divino, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y en el mismo instante entre esa Mente divina y ese Pensamiento divino brota el Amor; un Amor que fluye y refluye entre los dos en perfecta armonía. Es un tercera persona que enriquece la vida de Dios; a ese Amor eterno lo llamamos Espíritu Santo”.

               Por su parte los norteamericanos Francis K. Nemeck y María Teresa Combs, nos dicen que: “La persona del Hijo y la persona del Padre son idénticamente Dios, de tal manera que uno procede eternamente del otro. Así como el Padre no tiene principio, tampoco el Hijo no tiene desarrollo ni subordinación. Igualdad genera igualdad. Lo eterno genera eterno. Es como la llama generando luz. La llama permanece distinta de la luz que procede de ella. No obstante la llama no precede a la luz que genera. Ambas existen a la vez, coexisten, aun cuando la una proceda distintamente de la otra. “Muéstrame una llama sin luz, y yo te mostraré un Dios Padre sin el Hijo”.

                  Continuando con esta analogía de San Agustín sobre la llama y la luz, pudiéramos decir que no solo la luz procede de la llama sino que además  el calor procede de la llama y de la luz. Ninguna de las tres realidades precede a la otra. Son concomitantes, no podemos mostrar una llama que no vaya acompañada de luz y calor. Dios es Padre, Hijo y Espíritu. Los tres son coiguales, co-existentes y coeternos. Es un error creer o pensar que dentro de la Santísima trinidad. Dios tiene un Hijo, este debe de ser más joven; el Padre y el Hijo son coeternos. Padre, Hijo y Espíritu Santo son coeternos

                El arzobispo Fulton Sheen, emplea otra analogía para explicar el Misterio de la Santísima Trinidad y nos dice: “Cuando comparamos a las Tres Personas en un solo Dios, a los tres ángulos que hay en un triángulo, o al hielo, al agua y al vapor, como tres manifestaciones de la naturaleza del agua, nos quedamos tan lejos de la sublimidad de la Divinidad, que casi la echamos a perder al intentar describirla en esa forma”.

               Jean Lafrance nos habla del misterio trinitario y nos indica que: “Para Dios, ser es amar, es decir, salir de sí mismo para darse y existir en otro. Cada persona de la Trinidad existe en la relación que la proyecta al otro”. Esta afirmación coincide plenamente con lo que Benedicto XVI, nos dice en su encíclica “Deus caritas est”, en la que manifiesta que: “De este modo se ve que es posible el amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo”.

             Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.                         

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Libro. MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.- www.readontime.com/isbn=9788461179091

Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=v

Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281 

Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461557097.

Libro. DESEAR LA SANTIDAD.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461722747

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