Ya hemos dicho en anteriores ocasiones que existe una mentalidad (no sólo entre los seglares sino incluso entre los eclesiásticos) según la cual el Sexto Mandamiento ha ocupado un puesto preeminente, tan preeminente que pareciera que es el Primero. Desde luego no es así en la teoría ni el Dogma, donde está todo muy claro, pero prueben a preguntar, a investigar, qué comportamientos merecen mayor castigo y llegarán a la conclusión de que, en la práctica, los actos contrarios al cumplimiento de este mandamiento, que es el sexto, repito, no el primero, concita las mayores condenas.

Precisamente, este es uno de los males que definen al "semicristiano", explicado en la obra del Padre Miguel de Bernabé “La Herejía sin nombre: el Semicristianismo”. (ver aquí)

¿Qué decirles a estas personas que anteponen en la práctica el Sexto Mandamiento al Primero? Pues nada mejor que acudir a donde más nos gusta, al Evangelio y a lo que dijo Nuestro Señor:

“(…) Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti (refiriéndose a Cafarnaúm), aún subsistiría hasta el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti”. Mt 11, 21-24

Evidencia de que para Dios, al contrario de lo que se suele creer, es mayor pecado obstinarse en la incredulidad que pecar contra el Sexto Mandamiento.

Athos