Aunque los siervos de Dios Pablo García Nielfa y José María Torres Lizaga no fueron fusilados juntos, sufrieron el martirio el mismo día y en el mismo lugar: el 28 de julio, en el toledano Paseo del Tránsito.

Don Pablo había nacido el 15 de enero de 1873 en Cuenca. Tras realizar sus estudios en el Seminario, recibió la ordenación sacerdotal de manos de monseñor José Ramón Quesada, obispo auxiliar de Toledo, el 21 de septiembre de 1895.

El 12 de junio de 1897 es nombrado capellán del convento de Jerónimas de la Visitación, llamado de la Reina. En 1900, se le manda de profesor de religión de las Escuelas de Obreros de los Santos Justo y Pastor. También fue oficial de la Habilitación del Culto y el Clero.
En 1909, obtiene la plaza de coadjutor castrense de la Plaza de Toledo. Veinte años después es nombrado coadjutor de la Parroquia de San Pedro en la ciudad de Toledo. Se trataba de  una capilla parroquial titulada de San Pedro Apóstol que existía desde la fundación de la Catedral. A esta parroquia quedó agregada como filial la iglesia de Santa María Magdalena.

Don Pablo (en la foto, a la izquierda) fue detenido el 28 de julio de 1936. A su párroco, el siervo de Dios Eustoquio García Merchante, lo tenía aún escondido el sacristán. Pero él fue descubierto y fusilado, en el Paseo del Tránsito, en este día.
 
Por su parte, don José María Torres Lizaga  era natural de Segorbe (Castellón) y había nacido el 8 de diciembre de 1883. Fue ordenado sacerdote el 25 de mayo de 1918, de manos del cardenal Victoriano Guisasola y Menéndez. Ejerció el ministerio como coadjutor de la parroquia de Los Navalucillos (Toledo). En mayo de 1925 fue elegido vicetesorero del Montepío del clero toledano. Cuando estalla la persecución religiosa era capellán de las Damas Catequistas. Además, desde hacía más de una década, era sacristán segundo de la Catedral Primada de Toledo.

Fue detenido también el día 28 de julio y conducido sin más trámites al Paseo del Tránsito para ser fusilado.