Tengo un amigo poeta que trabaja en la Editorial Paulinas, que ejerce hermosamente el "apostolado desde el ordenador" o la "predicación a través de Internet". Porque, como ha dicho la monja twitera, Xiskya Valladares, Premio Bravo 2014, co-fundadora de la plataforma de evangelización por Internet iMisión: "Dios tiene acogida en Internet. Ahí donde hay un corazón vacío y necesitado, ahí hay un sitio para Dios. Y vivimos en una sociedad muy vacía y carente de valores que llenen de sentido nuestra vida". Quizás por eso, porque las relaciones y evangelización digital son el trampolín para dar ese salto a lo presencia, mi amigo poeta, Miguel Angel Mesa, nos obsequia con sus poemas y mensajes luminosos. He aquí, lo que él llama, las "Bienaventuranzas del corazón". Son muy hermosas.
 
Felices quienes bombean a su alrededor buenos sentimientos, sonrisas, ánimo.

Felices quienes laten al unísono de cada lágrima y cada alegría compartida.

Felices quienes palpitan de gozo en cada momento pasado con los amigos.

Felices quienes toman el pulso al mundo de hoy e intentan cambiarlo desde su realidad más inmediata.
Felices quienes mantienen siempre el ritmo de su fidelidad, su amistad, su compromiso.

Felices quienes dilatan su espíritu y sus emociones contemplando la belleza y la ternura en las relaciones.
Felices quienes ante un problema, el dolor, el sufrimiento, lo analizan todo con detenimiento y le dan el verdadero valor que tiene.

Felices quienes sienten, abrazan, alcanzan la ternura y empatizan desde la profundidad de su corazón. Pues desde el corazón late permanentemente la vida.