Era uno de los curas más valiosos de los años cuarenta, que en el inicio llegó como vicario parroquial de Santa María Magdalena de Jaén. Se llamaba don Casto Martos Cabeza, natural de Porcuna, y alumno del Seminario Diocesano.

Más tarde llegó como párroco a la feligresía de San Bartolomé, profesor del Seminario y canónigo de la Catedral. Estando en San Bartolomé fue un abanderado de la devoción al Cristo de la Expiración, titular de la cofradía existente en dicho templo.

La primera vez que lo ví fue impartiendo unos charlas cuaresmales a los componentes del cuartel de la Policía Armada y de Tráfico, existente, por entonces, en el Paseo de la Estación.

Siempre le estoy muy agradecido por un favor que concedió a mi padre y a mí, días antes de ingresar en el Seminario de Baeza.

Un buen día pegó el salto a las Américas. En tierras peruanas, en Arequipa, estuvo largos años. Cuando volvió acaba yo de ser ordenado de presbítero.

La última vez que lo ví fue en su casa de la calle Álamos, donde tenía un padecimiento fatal, yo acompañaba al obispo don Miguel Peinado, con quien conectó mucho al volver de las tierras americanas. Al poco tiempo falleció.

La familia de don Casto era numerosa. Algunas de sus hermanas entraron de monjas en el instituto de San José de Gerona.

Un sobrino de don Casto, Juan Carlos Martos Paredes, ingresó en los claretianos, donde hoy  continúa, siendo un abanderado del amor a Cristo y al Inmaculado Corazón de María.

Rezo todos los días por su eterno descanso, porque el favor que me consiguió nunca lo puedo olvidar.

Descanse en paz, don Casto, sacerdote y amigo.

-----------------------------

Lean, amigos, mi último Tratado titulado

La Religión de la Comunicación incomunicada en España

Pinchen en este enlace:

http://marianojv.esy.es//novela.html

Tomás de la Torre Lendínez