La generosidad es una bella característica en la gente; nos encanta y admiramos la generosidad. ¿Qué piensas de Dios? ¿Lo consideras alguien mezquino y tacaño, o piensas en Él como alguien extraordinariamente generoso?

La generosidad de Dios se evidencia en el mundo natural. Por ejemplo, hay 25.000 variedades de orquídeas. La orquídea es solo una de las 270.000 especies de flores. Dios no hace las cosas a medias. En nuestra galaxia hay más de 300.000 millones de estrellas como nuestro sol. Nuestra galaxia es una de los 100.000 millones de galaxias. Se piensa que por cada grano de arena hay 1 millón de estrellas. En una frase del libro del Génesis, el escritor nos dice: “[Dios] también hizo las estrellas” (Génesis 1,16).

Dios es extraordinaria y extravagantemente generoso. Él “da a todos generosamente” (Santiago 1,5). Si Dios es tan generoso con nosotros, también deberíamos ser generosos siempre.                       

“Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia es como las altas cordilleras, tus juicios son como el océano inmenso. Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!, los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz.” (Salmos 36,6-10)

David presenta a Dios como un anfitrión rico y generoso que da a todos de forma indiscriminada. Él conocía a Dios y bebía del torrente de sus delicias. Estas delicias incluyen conocer y experimentar el alcance del amor de Dios:

Puedes encontrar refugio a la sombra de sus alas (v.8b) y puedes saciarte de lo sabroso de su casa (v.9a). Todo esto es sinónimo de generosidad y son algunas de las delicias que Dios te da generosamente en tu relación con Él.

 

Fuente: Biblia En Un Año (Alpha)