Creyentes y ateos nos hemos hecho, en algún punto de la vida, una pregunta que tiene su respuesta concreta en el significado del viernes santo. Tanto ellos (ateos) como nosotros (católicos) hemos terminado por preguntarnos: ¿Por qué sufrimos? Solamente el cristianismo da respuesta a ese dilema y lo hace a través del misterio de Jesús en la cruz. Y es que el dolor enseña, fortalece, cuestiona, reestructura, confronta. Puntos del todo necesarios para aprender a vivir. No se trata de buscarlo, sino de saber aprovecharlo cuando llega y nos supera. Si de todos modos hay que vivirlo, que de mínimo nos deje algo y ese algo explica su existencia temporal, porque Dios le ha puesto fecha de caducidad. No será para siempre, sino en lo que llegamos al para siempre.

 Cruz del Apostolado (1894). 

Jesús, al morir en la cruz, hizo suyo el drama de la humanidad, redimensionándolo, porque no hay cosa más triste que sufrir sin sentido. Ahora, todo tiene una nueva visión. No es dolor por dolor, porque eso es masoquismo, sino aprendizaje. Y tampoco se trata de un sufrimiento sordo, sin ningún tipo de ayuda o consuelo, porque Dios, incluso en el despojo total de la muerte, nos acompaña y no permite que seamos probados más allá de nuestras fuerzas. Por esta razón, es que lo consideramos un Dios marcado por la compasión. Repetimos, no es sufrir sin remedio. Cuando hay dolor, debemos buscar los medios apropiados para superarlo. Por ejemplo, llamando al médico si se trata de una cuestión orgánica; sin embargo, en lo que se resuelve, en ese margen de tiempo en el que el tratamiento aún no hace efecto, toca aprender a confiar en Dios. Es a ese tipo de dolor que el viernes santo se refiere, al inevitable, al necesario para crecer.

¿Por qué soy católico ante la pregunta del dolor? Porque Jesús lo hizo suyo en la cruz, porque no se lo ahorró, porque me parece realista. El cristianismo parte de lo que es y no de cuestiones imaginarias o evasivas. Ante los problemas, Cristo aparece en la cruz, en la entrega total, como diciendo: “Te entiendo mejor de lo que crees”. Y, desde esa lógica, la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el triduo pascual, se vuelve respuesta a la pregunta que siempre nos hemos hecho.

Fuente de la imagen: http://arquitegucigalpa.org/2018/05/las-cruces-emblematicas-de-la-arquidiocesis-de-tegucigalpa/