LNuestras comunidades que congregan personas tan diferentes están llamadas a ser lugares de transformación, de paz y de unidad. Muchos asistentes viven un profundo movimiento interior de la cabeza al corazón. En la cabeza frecuentemente hay certezas inamovibles. Aquel que actúa por la cabeza a menudo se cree superior: él sabe y quiere poner orden donde hay desorden. El que actúa por el corazón, iluminado por un verdadero amor, quiere ante todo vivir una relación en la que descubre siempre su propia pobreza. La relación implica la escucha, una mirada benévola, el nacimiento de la confianza, la comprensión del sufrimiento y la necesidad del otro, y el respeto de su historia.
 
Carta de Jean Vanier, Dic 2012