Después de conocer el sábado pasado tiempo la importancia que la cuestión del sábado o “sabat” tiene en la predicación de Jesús (pinche aquí si le interesa el tema), les propongo dedicar este nuevo sábado a conocer precisamente eso, a saber, en qué consiste el sábado para los judíos.
 
            El sabat, vocablo que significa “descansar” en la lengua hebrea, es el día santo de la semana hebrea, el día en el que el buen judío glorifica el nombre de Dios y descansa. Leemos en el Deuteronomio:
 
            “Guardarás el día del sábado para santificarlo [...] No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus ciudades; de modo que puedan descansar como tú tu siervo y tu sierva” (Dt. 5, 1214).
 
            A lo largo de todo el Pentateuco, se enumeran una y otra vez los trabajos que no se pueden hacer en sábado: ni labrar (Ex. 34, 21), ni encender fuego (Ex. 35, 1-3), ni abandonar el propio domicilio (Ex. 16, 29), ni comerciar (Is. 58, 13)... De los libros bíblicos judíos se pueden obtener hasta treinta y nueve categorías de trabajos prohibidos, trabajos que el Talmud concreta y fija en mil quinientos veintiúno, ni uno más ni uno menos.
 
            Amén de ello, una correcta celebración del sabat incluye la lectura de la Torá, seguida de un pasaje de los libros proféticos, y la realización de tres comidas en familia, acompañadas del qid-dus, oración de santificación pronunciada sobre una copa de vino.
 
El argumento que con más frecuencia se esgrime para justificar la elección del sábado como día de glorificación y de descanso, es el que nos brinda el Exodo:
 
            “Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado” (Ex. 20, 11).
 
            Pasaje perfectamente acorde con el Génesis, donde se cuenta como Dios, una vez que hubo terminado la creación del mundo, “cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó” (Gn. 2, 2-3).
 
            Pero la del Exodo no es la única justificación que podemos hallar sobre el sabat en el Antiguo Testamento. El Deuteronomio nos da otra bien diferente:
 
            “Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh te ha mandado guardar el día de sábado” (Dt. 5, 15)
 
            Sin embargo, el sabat puede ser algo más que un día de descanso para algunos judíos. Y si no, que se lo pregunten al pobre desgraciado que no tuvo mejor idea que ir a buscar un poco de leña al bosque en día tal:
 
            “Cuando los israelitas estaban en el desierto se encontró a un hombre que andaba buscando leña en día de sábado. Los que lo encontraron buscando leña, lo presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad. Le pusieron bajo custodia porque no estaba determinado lo que había que hacer con él. Yahveh dijo a Moisés: “Que muera ese hombre. Que lo apedree toda la comunidad fuera del campamento” y lo apedrearon hasta que murió según había mandado Yahveh a Moisés” (Nu. 15, 32-35).
 
            Y sin más por hoy, me despido de Vds. una vez más, no sin desearles que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. ¡Y que pasen un feliz sábado también hoy!
 
 
            ©L.A.
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