Puede que no seas consciente de que hoy en día existen tres palabras mágicas.

Y son mágicas porque funcionan como talismanes: las pronuncias y las mentes se hipnotizan, las cosas se transforman… De verdad que no exagero.

Estas palabras son: Libre, Moderno y Progresista

Por ejemplo, ves un cuadro horrible, feísimo… pero dices que es “moderno” y ¡tachán! pasa a ser una obra de arte. O dices una tontería bien gorda... pero añades que es una idea “progresista, de progreso” y ¡voilá! se convierte en un pensamiento profundo. O eres un vicioso o sinvergüenza pero dices que es “amor libre” y con eso ya está todo resuelto. Y así con todo.

Pero es aún peor, porque ahora llegan los semicristianos (o nada cristianos) y se dicen a ellos mismos “modernos progresistas”, y dicen que la Iglesia tiene que ser “moderna y progresista”… Y allá que van detrás todos los torpes y mediocres con la cantinela: ¡progreso, progreso!... ¡moderna, moderna…!

Sin embargo, los cristianos auténticos, y las personas inteligentes, no debemos hacer caso a estas palabras sino al adjetivo que les siga: si es moderno bueno o moderno malo, libre bueno o libre malo, progresista bueno o progresista malo.

Bueno o malo, eso es lo que importa. No si es moderno, libre o progresista.

Aramis

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