El caso del cardenal Sala, obispo de Barcelona, escribía y hablaba en castellano, en plena Guerra de Sucesión. Las mentiras nacionalistas se caen solas.

Benito Sala y Caremany se formó en el monasterio benedictino de Montserrat y
después en el colegio de San Vicente de Salamanca, regentado también por la congregación
benedictina de Valladolid, donde se licenció primero en Teología en 1675
y después se doctoró en derecho canónico. Tras ejercer como profesor varios años en
Salamanca, en plena coyuntura reformista de Juan José de Austria, volvió al Principado
tras su nombramiento como obispo de Barcelona en 1698. Desde entonces dio
cobertura al partido austríaco.
 
Le costó el destierro a Avignon, desde donde siguió, mediante cartas de una parte y la otra, todo el desarrollo de la guerra de Sucesión.
 
El Papa lo nombró cardenal in pectore. Volvió de nuevo a Barcelona en 1713, donde se mantuvo unos meses, hasta que le obligaron a huir a Roma.
 
Debió marchar a Roma
en junio de 1714 y murió el 1 de julio en esta ciudad con setenta años de edad. Está
sepultado en la Basílica de San Pablo en la Via Hostiense, delante del altar de San
Benito. Había redactado su testamento en abril de 1713 y en él nombraba heredero
universal a su sobrino Benito Sala y Cella.
 
Testamento
 
"Yo, D. Benito de Sala y Caremany oriundo de la ciudad de Gerona, por la gracia de Dios, y de la Sta. Sede Apostólica Obispo de Barcelona y de la Sta. Romana Iglesia Cardenal Presbítero (...) disponiendo de mis bienes haces y ordeno el presente mi testamento, última y última voluntad mía del modo y forma siguiente."
 
 Tomás de la Torre Lendínez