El tercer tipo de “irreconocible” es el sensiblero; aunque en este caso sería mejor decir la irreconocible sensiblera, porque lo que vimos por televisión fue a una actriz famosa que exponía sus “ideales religiosos”.

Desde luego, según decía, ella creía en Dios porque siempre había creído en Él, desde pequeñita. ¿Sus ideales cristianos?: no hacer daño a nadie, no matar, no robar… No hablaba de que hubiera recibido alguna instrucción religiosa pero, en cambio, no faltaba nunca a la romería de su pueblo el 8 de septiembre: “Ya puedo estar (decía muy satisfecha) donde esté, que yo no falto a la procesión de “mi Virgen.” ¡Cómo iba a faltar ella!  “Una vez -se apresuró a contar- estaba yo en Sudamérica y me ofrecieron un contrato para actuar en un teatro por una gran suma; yo iba a aceptar encantada cuando me dijeron la fecha: el 8 de septiembre. ¡Ah! , dije yo, de eso ni hablar, ese día es el de la patrona de mi pueblo y yo no falto por nada del mundo; ningún año he faltado; y rechacé el contrato, y me quedé sin el dinero, pero no falté a mi romería”.


En un momento de la entrevista le preguntó el presentador: “¿Usted va a la iglesia?”. “Yo voy a la iglesia pero cuando lo siento…; eso de ir a misa los domingos no va conmigo; a mí me gusta la libertad, ir a misa cuando me apetece, si no es así ¿para qué voy a ir? ─siguió diciendo la “católica” mujer─ ¡ah!, eso sí, doy limosnas, y cuando veo una desgracia me pongo a llorar”.

“¿Se confiesa usted?”, preguntó el presentador que deseaba apurar el retrato de esta “católica”. “¡Eso sí que no!; yo con los curas no quiero nada, ni con la iglesia; a mí me gusta una iglesia que salga del corazón, una cosa que yo sienta. Todo lo que sean reglas y cultos no me van; yo a Dios directamente; eso sí, no hago daño a nadie, nadie puede decir que yo le haya hecho daño”. Olvidaba decir (sin duda por mala memoria) que se había casado varias veces y otras tantas se había divorciado, que en Bogotá, en Buenos Aires, en Madrid, en Barcelona, en París, en Nueva York… los escándalos que daba en sus habitaciones con el amante o el marido de turno se oían a un kilómetro a la redonda y que, desde luego, nunca se había preocupado de los problemas de la Iglesia, de los problemas de los católicos, etc. Y también se guardó mucho de aludir a lo que decía de ella la gente de su compañía: déspota, explotadora, tirana, capaz de sacarles hasta el último cuarto a los pobres empleados que tenía. En resumen, una verdadera caricatura de católica. Pero así es el sensiblero.

En resumen, las características del sensiblero son:

- Cristianismo ignorante, supersticioso.

- Ideales cristianos, cero.

- Creer sin creer de verdad.

- Amor sentimentaloide a Dios.

- Algunas prácticas religiosas.

- No le importa lo que diga la Iglesia ni le preocupa.

 

Los Tres Mosqueteros