En esta vieja estampa de Jaén se nota, en el balcón, de la izquierda a un sacerdote menudo de estatura con su sotana y bonete. Es don Juan Vicente Molina Valero, capellán del hospital.

En el centro sanitario estaban las Hijas  de la Caridad, de San Vicente de Paul, junto a los médicos, el personal sanitario y de servicios. Todo el edificio estaba en manos de la Diputación Provincial.

Este cura era un pastor de almas. Con él se confesaban muchos sacerdotes. Uno de ellos que ya ha pasado por este Blog de Semblanzas Sacerdotales, escribió un folleto contando la vida de su confesor.

El señor Molina Valero tenía un compromiso con la evangelización del mundo obrero. Era el capellán de la Juventud Obrera Católica.

Cuando se jubiló del hospital, fue a vivir a la casa de los Hermanos de Cristo Trabajador, instituto fundado en Barcelona, donde ingresaban hombres trabajadores dispuestos a consagrar sus vidas por medio de los tres votos religiosos, y cuyo fin era la evangelización del mundo obrero. Esta pequeña comunidad tuvo a don Juan Vicente como capellán y le cerraron los ojos el día de su muerte.

De la fundación de los Hermanos de Cristo Trabajador no queda nada más que uno solo, el hermano Espejo, que está en un carrillo de ruedas en una residencia de ancianos. Días pasados entregó a Cáritas el edificio de la comunidad para usos varios de las necesidades de la institución caritativa.

En esa casa, aún perdura el espirítu sencillo y amigo de los pobres y marginados, de don Juan Vicente Molina Valero, un ejemplazo de sacerdote realmente entregado a su vocación de servicio a todos, de modo especial a los sacerdotes, que lo tenían como un gran director espiritual de sus almas. Era cierto, doy testimonio de ello.

Tomás de la Torre Lendínez