Se puede comprobar en la vida que el mal tiene amplia audiencia y el bien es silencioso. Lo vemos a diario en los medios. Se da  prioridad al mal de minorías sobre el bien de  mayorías. Así se  fomenta el morbo, la clientela  y el negocio. El bien no vende. Las  violencias, los crímenes, los atracos, el sexo provocativo, sí que vende y mucho.
En España, a Dios gracias todavía, la inmensa mayoría son  buenas y excelentes personas. Son honradas, respetuosas, superando con creces a quienes roban, matan, violan, mienten, calumnian y hacen el mal y están corrompidos.

En una sociedad sana, pacífica, democrática y libre, no basta  ser sólo buenas personas, como quienes dicen: “Yo no robo ni mato”, quedándose luego tan tranquilos.
No basta  no robar ni matar, aunque no sea  poco en estos tiempos. Hay que cultivar y tener otros  valores que son necesarios para el bien común y la buena marcha de una sociedad de auténtico progreso: El respeto a uno mismo y a los demás, a toda vida humana concebida, a la veracidad, a la fidelidad a la pareja, a la palabra dada, al perdón, al altruismo, al compartir, a la solidaridad con los más necesitados etc. Aún estamos lejos. Esperemos que algún día el bien venza al mal. De  cada ciudadano depende se haga realidad la utopía.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN