Hace ahora 9 años, un grupo de amigos decidimos aunar nuestra experiencia de fe con nuestra afición por la música en general y el rock and roll en particular y fundamos el grupo de rock católico Hijos De Coré, con el que vengo actuando regularmente desde entonces. 

La primera vez que un párroco nos dio al grupo algo de dinero por actuar en su parroquia nos resultó un cargo de conciencia. ¿Debíamos aceptar aquel donativo?. Ciertamente lo hacíamos sin ánimo de lucro, como un servicio a la par que una forma de pasarlo bien con la música y no buscábamos para nada sacar dinero, aunque bien mirado, los instrumentos, el desplazamiento, las reparaciones… nos costaba un pico de nuestro bolsillo. Así que pensamos que no sería mala tónica enfocarlo de otra manera: no vamos a cobrar por ello pero, en la medida de lo posible tampoco a pagar, esto es, procuremos que no nos cueste.

Pero eso ¿cómo se come?, ¿ponemos una tarifa fija por actuación?, ¿llevamos una contabilidad de los gastos y los ingresos?… Vicente, el que por aquél entonces era guitarrista del grupo, hombre de un gran discernimiento, lo tenía muy claro

-Cuidado con la pasta, que si se mete por medio lo fastidia todo- En realidad utilizó una expresión malsonante, pero el significado era el mismo- Si pides algo nunca sabes que pedir, pero si no te dan nada, aunque sea una cantidad simbólica, muchas veces parece que no se valora.

Así que tomamos la decisión de presentarnos siempre como un grupo que tocaba “sin ánimo de lucro”, que es algo distinto de decir “de forma gratuita” pero sin pedir nada, con lo que si finalmente nos daban algo, lo aceptábamos agradecidos, pero si no era así, igualmente quedábamos agradecidos por habernos invitado. Bueno, una cosa sí que pedíamos, la comida, pero ya por pura necesidad. Casi siempre el montaje de la actuación, con la colocación del equipo y la prueba de sonido, dura tanto o más que la actuación misma, así que había que llegar con suficiente antelación y por eso solíamos pedir que nos pusieran algo de comer o de cenar, dependiendo de la hora.

Pero volviendo al caché se producía otra circunstancia, qué hacer si nos lo preguntaban previamente.

-Y vosotros ¿qué cobráis por actuar?

La respuesta era en principio simple y sencilla

-La voluntad

Pero por lo visto esa simplicidad y sencillez era tan solo aparente, por que el interlocutor nuca decía “bien, de acuerdo” si no que añadía una respuesta de esas terrible y temible

-Ya, pero… ¿más o menos cuánto?

¿Qué responder a eso?. No resulta nada fácil. Lo primero que te viene a la cabeza es repetir la misma respuesta, “la voluntad”, pero si eso no les ha quedado claro la primera vez, no tiene sentido tampoco repetirla. Por otro lado, muchas veces estaba el desconocimiento del que no quería que le resultase muy gravoso el hecho de “contratarnos” pero tampoco quería, por desconocimiento del tema, valorarnos de forma rácana, así que la respuesta podría variar en función del interlocutor. A veces era un simple “no te preocupes por ello, lo que sea estará bien”, otras veces una respuesta a mero título informativo “bueno… nos suelen dar entre tanto y cuanto” dando un mínimo y máximo de lo que había ocurrido en ocasiones anteriores, y también, si el interlocutor es alguien conocido o sabes que no tiene muchos posibles, algo como “intenta costearnos el desplazamiento y a partir de ahí, si puedes darnos algo más, estupendo, y si no, también”.

Naturalmente esta no es una medida extrapolable a otros grupos y cantantes, los hay que viajan con un equipo técnico del más alto nivel, o incluso algunos, muy poquitos, que han hecho de la música católica su forma de vida, y esos cobran un caché similar a la de cualquier otro artista secular. En otras ocasiones, como el festival PJRock que se celebró hace unos años en Torrijos (Toledo), el planteamiento era más simple: la organización corría con los gastos de estancia y desplazamiento pero no se recibía nada por actuar (una fórmula magnífica a mi entender), otras veces renuncias a recibir nada a cambio si el acto tiene fines benéficos… cada caso es un mundo.

Pero además de tocar con mi grupo, en algunas ocasiones también doy recitales como solista, tocando con mi guitarra y/o con algún otro amigo músico en un formato "acústico" y un repertorio algo más íntimo, en el que combino canciones propias con versiones de otros autores. Y yo, ¿qué cobro por actuar en solitario?. Bueno, ya sabes... la voluntad.