Cada ser humano tiene su secreto, su misterio. Algunas vidas son largas, otras cortas (...). En algunos se ve claramente el sentido de su vida, en otros difícilmente se ve. Personalmente creo en la importancia de cada persona, sean cuales sean sus límites, su pobreza o sus dones. Hay un sentido en la vida de cada uno, aunque no se vea. Creo en la historia sagrada de cada persona, en su belleza y su valor. Esto existe incluso aunque tenga una deficiencia profunda. Existe con su belleza a veces desfigurada en los hombres y mujeres de la calle, en las cárceles, en las personas metidas en la droga y el alcohol; existe también en aquellos que matan con brutalidad y que utilizan la tortura, y en los que abusan de los niños. Cada ser es importante, es capaz de cambiar, de evolucionar, de abrirse un poco más, de responder al amor, de acudir a un encuentro de comunión. Querría transmitir esta fe en la persona humana y en sus capacidades de evolucionar, pues sin ella nuestra sociedad corre muchos peligros (...). Entre ellos el de rechazar a los que incomodan, o querer suprimirlos.

Jean Vanier, Cada persona es una historia sagrada, p 152.