Para tener una buena dosis de cultura, no hace falta ser una lumbrera. Basta con leer y hacerse preguntas sobre lo leído. Pues bien, hay una nueva moda en las redes sociales que deja mucho que desear. Resulta que ahora demasiados postean “x” frase y le ponen el nombre de un autor que no tiene nada que ver con la cita en cuestión. Un ejemplo muy claro lo tenemos en varios posts apócrifos en los que aparece un pensamiento y la fotografía del Papa Francisco. Las masas le atribuyen cualquier frase que suene tierna o políticamente correcta, aunque él no la haya dicho o siquiera pensado. ¿Qué hay detrás de toda esta desinformación? Las apariencias. En el afán de pasar por cultos y participativos, la “riegan”, porque no hay un sano interés de compartir ideas u objetivos, sino aparentar cultura. Si vamos a citar a un economista, leamos primero sobre economía, si vamos a citar a un papa, leamos primero sobre religión, si vamos a citar a un político, leamos primero sobre ciencias políticas, porque cuando conocemos acerca de un tema -más allá de uno o dos enunciados-, es posible darnos cuenta con mayor facilidad si se trata de una fuente de información falsa o fidedigna. Si leo mucho de ingeniería es más fácil que detecte si lo que están posteando sobre estructuras se acerca o no a la realidad. Aunque no somos -ni seremos- una enciclopedia infalible sobre frases célebres, el simple hecho de leer nos hace menos vulnerables a caer en el error de transmitir información equivocada que, en casos muy extremos, puede conducir a la comisión de un delito, pues si una persona difunde una noticia que provoque alarma entre la sociedad civil sin que haya una base sólida, bien documentada, llega a desestabilizar y provocar un caos en materia de seguridad. La próxima vez que queramos compartir información, un requisito indiscutible es saber distinguir entre una fuente veraz y una apócrifa. Compartamos, pero con sentido común y responsabilidad. Recordemos que las apariencias casi siempre engañan. La cultura no es algo que se pueda fingir, actuar. Por lo tanto, leamos más veces a la semana y buenas lecturas, textos que no sean superficiales, sino profundos, sabios, capaces de llevarnos a la verdad (en latín: veritas). Vale la pena.