Timonel en tiempos convulsos, guió la barca de la Iglesia con oleajes extremos. 


Sufrió lo indecible, siendo mártir sin derramamiento de sangre.


Amó a la Iglesia, amó a Cristo, amó a los hombres a los que quería conducir hacia el Señor.




Su Magisterio es lúcido a través de encíclicas (Ecclesiam suam, Mysterium fidei, Sacerdotalis Coelibatus, Populorum progressio, Humanae vitae...) y exhortaciones apostólicas (Paterna cum benevolentia, Marialis cultus, Evangelii nuntiandi, Evangelica testificatio, Gaudete in Domino...); sus discursos son obra de orfebrería en el lenguaje cuidado, en la doctrina brillantemente expuesta, en la unción con la que se comunica.


Ni populista ni popular, fue el Papa que vio la descomposición de Occidente, la secularización y la crisis cultural de mayo del 68; las aplicaciones arbitrarias del Concilio Vaticano II durante el aciago y turbulento postconcilio. 


Oró, amó, sirvió, se humilló.


Tenía fuerza interior, fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. El beato Pablo VI sabía comunicar la palabra de la fe.


Este vídeo lo muestra sin papeles, sin previa preparación escrita -elaborada, elegante, artística incluso-, pero con una capacidad de oratoria grande, una transmisión eficaz, una captación perfecta del auditorio, y unas palabras que, salidas del corazón, revelan y mucho el estilo y las convicciones del Papa Pablo VI.


www.youtube.com/watch


Dice:

 

"Estamos en la Iglesia, pertenecemos a la Iglesia; estamos bautizados, somos hijos de Cristo, tenemos la misma fe: quien pertenece a esta sociedad que se llama, hoy, el pueblo de Dios, que se llama la comunidad cristiana, debe saber que esta Comunidad está organizada y no puede vivir sin la articulación de una organización precisa y potente que se llama la Jerarquía.


Hijos míos, es la Jerarquía la que os está hablando, y el Vicario de Cristo que hoy está ante vosotros os dice esto: que no estamos tanto para mandar cuanto para servir.


Puedo pediros, hijos queridísimos, esta gracia que ciertamente no me negaréis: amad al Papa.


Amad al Papa porque sin ningún mérito y ciertamente sin haberlo buscado se le ha encargado esta extraña, singular vocación de representar a Nuestro Señor.


No miréis a Nos, mirad al Señor a quien representamos.


¡Estamos a vuestro servicio, hermanos!" (Alocución, Anagni, 1-septiembre1966).

 

 

Para mí fue y sigue siendo un Maestro incomparable. Oremos, pues, y encomendémosle las gracias que necesitamos.

 

Ésta es la oración colecta aprobada:

 

"Oh Dios, fuente de la vida,
que en tu siervo, el Beato Pablo VI, Papa
has revelado el misterio de la paz y la felicidad,
haz que, iluminados por su ejemplo,
reconozcamos en tu Hijo Jesucristo
al único Redentor del hombre.

Él, que vive y reina".