Mi mujer está embarazada de 32 semanas, y hace diez días tuvo una amenaza de parto prematuro por la que pasó tres días ingresada, hasta que le pudieron parar las contracciones.

Lleva una semana haciendo reposo en casa, pues esa ha sido la indicación del médico. Como reza textualmente el informe de alta: "Reposo relativo domiciliario", esto es, sin salir de casa. Nada fuera de la normalidad en tantos casos de embarazo que se han adelantado o que han requerido reposo por parte de la madre.

Mi esposa ahora, como tantas madres en tantas ocasiones que se han visto atadas al sofá por el bien de su bebé, me está dando una lección enorme de muchas cosas. Es una lección de paciencia. Es el sacrificio por el otro en estado puro. Es el sufrimiento silencioso por alguien que aun es muy desconocido. Estas madres que cuidan con tanto esmero de sus hijos aún no nacidos desbordan el concepto de solidaridad para vestirlo de uno aún mayor: AMOR.

Se da la circunstancia de que mi mujer es enfermera. Sacó su título con esmero y brillo, siendo una muy buena estudiante y una persona muy trabajadora.


Mañana son las oposiciones a Enfermería en Madrid, una prueba que lleva esperando años y para la que se ha preparado con trabajo, sacrificio, ilusión, y echándole también un poco de dinero, ya sabéis: academias, apuntes, encuadernación…

Esta misma semana hemos llevado a la Consejería de Sanidad de Madrid la petición de que, dadas sus delicadas circunstancias, vengan a casa a hacerle el examen, aportando la documentación correspondiente.

Ya en la Consejería, la buena mujer que me atendió, me dijo que ella lo veía muy difícil, pues los examinadores de la Consejería de Sanidad solo examinan fuera del centro de examen, en caso de ingreso hospitalario, pero que lo intentáramos, pues estaba justificado.

Hoy hemos recibido la llamada de una de las personas responsables del examen. Me ha dicho que se llama Raquel, pero posiblemente me haya mentido, porque esta persona, una mujer, una funcionaria de la que lo que se espera es solidaridad, comprensión y resolución de problemas, ha sido en cambio un ejemplo claro de todo lo contrario. La conversación, resumida, ha sido más o menos así:

Raquel: Hola, buenos días, llamo porque hemos recibido la petición de realizar el examen en domicilio. Veo que en el informe médico pone que has de hacer reposo relativo.

María: Bueno, pone reposo relativo en domicilio.

Raquel: Mmmmm… si, eso. En domicilio.

María: …..

Raquel: Esto significa que tú en tu casa te puedes mover un poquito, ir al baño, ir a la cama… pero te puedes mover…

María: Sí, en casa me puedo mover… Vamos, que no me tiene que explicar lo que puedo o no pudo hacer. Eso ya lo se yo...

Raquel: Bueno, pues es que nosotros no podemos hacer el examen en casa, solo podríamos si estuvieses ingresada. De todos modos, como te puedes mover, si vinieses a hacer el examen, te facilitaríamos un lugar cómodo donde sentarte, y estarías mejor.

María: Ya, pero es que el médico me ha prohibido salir de casa, dado que el riesgo de que me ponga de parto es latente, y sería un parto prematuro.

Raquel: Sí… pues es una decisión que tenéis que tomar…


En este momento, cojo yo el teléfono, me presento, y empiezo un monólogo con Raquel.


Yo: Hola buenas, soy el marido de María. Ya le ha dicho mi esposa que por prescripción médica, no puede salir de casa si no queremos que pase algo que nadie queremos que pase.

Raquel: Ya, si, por eso le digo, que ustedes deben hablar con el médico y que valore si su mujer puede venir a hacer el examen.

Yo: Mire, el médico ya ha hecho su valoración y la ha dejado escrita en el informe de alta que llevé ayer allí, y la valoración del médico es que en casa puede hacer algunas cositas, pero fuera de casa, nada.

Raquel: Sí, por eso le digo, que es la decisión que ustedes tienen que tomar.

Yo: ¿Pero qué decisión? ¿Poner en riesgo la salud de mi mujer y de mi hijo?

Raquel: No, la de si su mujer se examina o no.

Yo: Esa decisión está tomada: mi mujer quiere hacer el examen. De hecho lleva años preparándose para hacerlo, sin embargo, por causas médicas justificadas, no puede desplazarse a hacerlo, cosa que gracias a Dios, los examinadores si podrían, si pusiesen un poco de interés. Es decir, que es usted quien pude decidir si le hace el examen o no, dadas sus circunstancias.

Raquel: Mire, hay muchas más personas más así, que también están en casa por causas médicas, ¿eh?

Yo: Pues muy bien, apliquen los principios de solidaridad y de igualdad de oportunidades que rigen en una sociedad madura y honesta y articulen los medios necesarios para que todas las personas que por causas de salud no pueden salir de casa, puedan hacer este examen.

Raquel: ¡Uy! ¡No sabe lo que dice! Tenemos incluso un caso de una fractura de pelvis.

Yo: Fenomenal, pues vayan también a su casa a examinarle.

Raquel: No podemos. La ley dice que no se va a ningún domicilio a examinar a nadie.

Yo: Bien, si esto está muy bien, pero además de la ley, podemos aplicar el sentido común. Usted seguro que se da cuenta de que mi mujer no puede poner en riesgo su salud ni la de su hijo, y que lleva esperando años para este examen.

Raquel: Mire, lamento que ustedes tengan este problema, pero la ley no permite que se vaya a los domicilios.

Yo: ¿Sabe una cosa, Raquel? Lo que más pena me da no es mi mujer, sino que usted sea mujer.

Raquel: ¡Uy! ¡No vaya por ahí! ¡Yo, siendo mujer, he hecho muchas veces cosas por las mujeres!

Yo: Pues no le están saliendo hoy.

Raquel: Yo le digo lo que dice la Ley. Si de aquí a mañana, ingresan a su mujer, y avisan antes de las ocho de la mañana, iremos al hospital a examinarla. Si no, es su decisión.

Yo: En caso de que ingresen a mi mujer, ¿cómo procedemos?

Raquel: Le voy a dar el teléfono de Emilio, que es la persona designada para atender sólo los caso de embarazadas.


Le dejo dicho a Raquel que recurriremos y que tomaremos las medidas oportunas. Ella deja oír una risita condescendiente. Omito lo que pienso de ella en ese momento.


Una media hora más tarde, suena de nuevo el teléfono de mi mujer. Y, ¡oh, sorpresa! Era Emilio en persona. "¡Qué honor!", pienso yo.

Mi mujer pone el manos libres y Emilio parece salido de un dibujo animado o de un mitin político, que ambos se parecen mucho. Todo buenas palabras, usando la cadencia y los términos más amables, con un tono de voz conciliador, y ofreciendo a mi mujer las mayores facilidades para hacer el examen… fuera de casa.

María, armada de paciencia, le explica de nuevo que todo esto viene a eso precisamente: Que ya pueden fletar un avión, que ya pueden ofrecerla hacer el examen en un todo pagado ocho días en Riviera Maya, que su médico se lo ha prohibido y no podría ir.

Emilio le dice lo que María ya sabía porque se lo había explicado Raquel: es lo que dice la ley.

Entonces María le dice que es una ley injusta porque no da el mismo trato a todas las personas. Emilio dice que sí, que da el mismo trato a todas las personas, pues a ninguna persona se le va a examinar a casa por causas médicas.


Entonces María da un giro de película de Tarantino y, como Tarantino, logra desenmascarar a un tipo que, pareciendose hasta entonces a Salma Hayek, se convierte de repente en un vampiro de bar de carretera:


María: No, si no lo digo por las embarazadas. Lo digo por las tres enfermeras judías que por ser el examen en Sabat se les va a hacer el examen otro día, dándoles un trato de favor por causa religiosa respecto a los cuarenta mil no judíos que nos tenemos que examinar en otras circunstancias, trato que ustedes no son capaces de cambiar por causa médica, y no no ya de una embarazada de riesgo como yo, sino de casos que he conocido como enfermos en tratamiento oncológico o con fractura de cadera, que es una vergüenza que la Comunidad de Madrid no les facilite a estas personas el poder hacer el examen en la medida de sus posibilidades, limitadas por razones de salud, y si ofrezca otras alternativas por razones de religión, que también me parece fenomenal.


Emilio se pone a gritar, o Salma resulta no ser Salma:


Emilio: ¡¡No es verdad que se vaya a cambiar la fecha de las personas judías!! ¡¡Si usted lee la resolución publicada en el Boletín Oficial de la Comunidad de la semana pasada, verá que estas tres personas al final se las va a examinar el mismo sábado!! Eso sí, en vez de a las diez de la mañana, a las ocho de la tarde, una vez acabado el Sabat. ¡Pero tiene que estar allí a las diez de la mañana y no pueden abandonar el local en todas esas horas!

María: Vale, pero se se les está dando otro trato, cosa que a las personas enfermas no se las da.

Emilio: Mire, nosotros le ponemos todas las facilidades en el centro de examen, y por lo demás, esta es la Ley. Yo solo soy un administrador, no soy un político y no puedo hacer nada.

María: Es una vergüenza. Yo ya se que no es culpa suya cambiar o no esta mierda de ley, pero no me llame para decirme que es mi decisión y para decirme que puedo ir allí a examinarme. No es midecisión estar en mi casa encerrada, sino del médico, ante una riesgo para la salud. No es mi responsabilidad. No voy a comprometer ni mi salud ni la de mi hijo, y me da vergüenza que la Comunidad de Madrid no sea capaz de articular los medios suficientes para que un ciudadano enfermo de cáncer o una persona que no se puede mover de su casa por causas médicas, no hagan lo que sea, para que se pueda examinar.

Emilio: Mire, yo le he explicado lo que hay. Le deseo suerte para mañana, y … suerte.

María: Gracias.




Pues hasta aquí, este episodio… por ahora. Pero quiero aclarar otra cosa antes.

Mi mujer, habiéndose preparado con trabajo y sacrificio, se presenta al examen sin muchas expectativas de sacar plaza. La competencia es brutal. Gracias a Dios, tiene ofertas también para posibles trabajos futuros encima de la mesa. Nada concreto y, obviamente, nada tan seguro como una plaza por ley. Sin embargo, como todas los enfermeros en paro como ella, está obligada a presentarse a las oposiciones y a sacar la mejor puntuación posible. ¿Por qué? Hasta ahora, los hospitales trabajaban con "bolsas de trabajo" a las que todas los enfermeros se apuntaban y a las que, según un tipo de normas, iban llamando para cubrir plazas.

Ahora, a partir de estas oposiciones, esas bolsas desaparecen tal y como eran, y se genera un sistema nuevo basado en la puntuación de este examen. Todo se resume en el folleto informativo que las han enviado desde el Sindicato de Enfermería de la Comunidad de Madrid, en el que se puede leer una pregunta tipo y la respuesta que dan.

Pregunta:
¿Significa esto que si no me presento a esta OPE, no estaré incluida en la futura bolsa de empleo temporal?

Respuesta:
Sí, según las bases establecidas en la presente convocatoria.

De ahí la gravedad de un no presentado en estas oposiciones.

Como he dicho, hasta aquí este episodio. Pero os digo una cosa: habrá más.

Ahora, una vez ofrecida la información, me dirijo a las personas que nos han atendido:

Queridos Raquel y Emilio. Sin rencor, de verdad, porque no sois mas que víctimas de un sistema que os ha deshumanizado sin que os deis cuenta. Un sistema a cuyos gobernantes y legisladores se les llena la boca de palabras como solidaridad o apoyo a la mujer…. mentiras. Mentiras y gordas. Hay que ser muy mal nacido para intentar poner en el tejado de mi mujer la pelota de la responsabilidad de no presentarse al examen en un caso así. "Es su decisión", le decían.

A la tal Raquel la he tenido que recordar que ella también es mujer, y me decía que no fuese por ahí. ¿Por donde quería que fuese? ¿Por "usted que es hombre"? Pero leñe, ¡si es mujer!

El tal Emilio, que se llevará un buen sueldo pagado de mis bolsillos, y doy fe de que se lo trabaja, de verdad, espero que disfrute de él a fin de mes sabiendo que, siendo un servidor público, no ha servido para nada.


A los políticos de esta Comunidad de Madrid, también a los del Ayuntamiento, de verdad, espero que no os vote nadie nunca más. Hacéis con nuestras vidas, con nuestros sueldos, con nuestros trabajos, lo que os da la gana, lo que queréis, sin que os importe nada o muy poco cual es la situación real de las personas. De una profesión noble como es la Política, la del servicio a la comunidad, a la gente, habéis hecho un negocio que os proporciona una más que acomodada, en casos lujosa, situación de vida. Habéis hecho que dudemos de algo tan preciado como la democracia. Sí, la democracia es algo bueno, pero vosotros sois malos. Muy malos. No os hablo de principios tan importantes y dignos como la unidad de España, o de la Economía, o cosas así. Hablo de las personas, hablo de la gente que tiene una historia detrás y a la que os debéis.

Mi mujer lleva años preparándose para este día. Lleva meses cuidando de un futuro ciudadano. Lleva días atada al sofá cuidando de un futuro contribuyente. Y hoy, amigos, la habéis dejado tirada. Hoy, raqueles y emilios de este sistema, la habéis dejado llorando.

El disgusto supongo que irá a más de hoy a mañana, fecha del examen. Es absurdo que tengáis prevista la posibilidad de ir a examinar a cuantas personas se hallen ingresadas el día del examen, y no a cuantas personas se encuentren confinadas en su casa por razones médicas. No se si esta chapuza se debe a que tenéis poca cabeza, o a que tenéis poco corazón. Pero me da que es más de los segundo que de lo primero. Porque no tener sensibilidad con un enfermo de cáncer, con embarazadas con riesgo… Los estáis dejando tirados. Eso en mi casa se llama ser muy malnacido. ¿Cómo se le llama en la vuestra?

Sí, estoy enfadado. Es que esta Raquel ha dicho textualmente: "Lamento el problema que tenéis". Querida Raquel, no te preocupes por nosotros. Lo superaremos. Lo que deberías lamentar no es nuestro problema, sino el que tienes tú, que ese no se pasa mañana.

Nuestro "problema" se llama Santi, y viene grande y sano, y una vez pasado este berrinche, saldremos adelante sin tu ayuda. Santi llenará de tanta alegría esta casa y esta vida que tu recuerdo en sus sucesivos cumpleaños será motivo de chanza y de lástima. "¿Qué será de esa pobre mujer?".

Cuando digo de los políticos que sois malos, no digo malos políticos. Digo malas personas. Y eso, lo seguiréis siendo incluso cuando ya no seáis políticos. Cuando os llegue ese momento de retiro dorado, de veros en casa frente a lo que sois y no habéis sido pudiendo haberlo sido… Cuando os llegue ese momento, os desearé una cosa… ¡Suerte! Que os vaya bien, porque no me gustaría estar en vuestro pellejo el día que os llegue la muerte y os deis cuenta de cuanto bien pudistéis hacer y no hicisteis.


PD: Ayer se le cayó en la cabeza otra rama de un arbol a un pobre hombre en Madrid, y desde el Ayuntamiento dicen que no pasa nada raro, que esto que está pasando con nuestros árboles, que ya han matado a dos personas y herdio a otras cuantas, es normal. Debe ser el otoño y la caída de la hoja. Es la ley.