Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.

Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, 

así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; 

y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. (Mateo 6:9-13)

 Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación. (Lucas 11:2-4)

 DEFINICION

El título de Padre Nuestro o Padrenuestro proviene del latín Pater Noster y es el nombre de una oración cristiana dada a conocer por Jesús de Nazaret, según relatan los evangelios de Mateo y de Lucas. Entre ambos autores existen diferencias entre la descripción de las circunstancias y también en el estilo del texto de la oración, de lo cual derivan las diferentes versiones existentes en distintas confesiones cristianas.

El Padrenuestro está considerado como la oración cristiana común por excelencia por las confesiones mayoritarias: para los católicos es el resumen de la doctrina cristiana, para los protestantes es el modelo de oración cristiana y, según los ortodoxos, es la oración perfecta.

Existe un paralelismo que relaciona el Padrenuestro cristiano con alguna oración judía e incluso en alguna islámica, lo cual comprobaremos más adelante en este mismo estudio. No debemos olvidar que Jesús de Nazaret estuvo inmerso en las tradiciones litúrgicas de la religión judía, en las cuales se desarrolló inicialmente el cristianismo.

ANTECEDENTES DEL PADRENUESTRO

Los hombres primitivos empezaron a divinizar los aspectos que no comprendían, tanto del mundo como de la naturaleza, y empezaron a tener dioses de la lluvia, del viento, del amor y muchos otros. El contacto con esas fuerzas de la naturaleza divinizadas empezó a refinarse y ello dio origen a las religiones.

El judaísmo implicó un avance para su tiempo, en un contexto donde la mayoría de las culturas antiguas profesaban el politeísmo, ya que resumieron a todos los dioses en uno solo desde la época abrahamánica, y desarrollando una liturgia donde la oración era la forma más efectiva de acercamiento a la divinidad.

Otros antecedentes remotos al Padrenuestro son considerados desde teorías teológicas que vinculan la doctrina del cristianismo con antiguas creencias paganas. El teólogo, egiptólogo y ex sacerdote catalán, Llogari Pujol, ha señalado lo que para él es un antecedente concreto del Padrenuestro en un texto egipcio del año 1,000 a.C., donde se recoge la llamada Oración del ciego:

“El Dios de la Tierra es el gobernante del horizonte.

Dios es para hacer grande su nombre,

lo dedica a la adoración de su nombre,

da su existencia de Dios, El hará tu negocio.

Su semejanza está sobre la Tierra.

Dios es dado incienso y alimento en ofrendas diarias.

El Dios juzgará el verdadero y honesto y perdonará a nuestros deudores.

Guárdate contra la cosa que Dios abomina, presérvate del mal.

Dios es el rey del horizonte, del poder y de la gloria.

El aumenta, El quienquiera que lo aumenta.

Permíteme que sea mañana como hoy”.

LA ORACION EN LAS ANTIGUAS ROMA Y GRECIA

Ya en aquellos tiempos históricos surgieron religiones organizadas y tenían templos y sacerdotes que rendían culto a las fuerzas de la naturaleza las cuales, la mayoría de la veces, ya tenían aspecto de dioses antropomorfos, aún cuando generalmente carecían del concepto de un Dios único y universal. Mas bien se adoraba a dioses locales, pensando en que iban a favorecer únicamente a su pueblo. De manera análoga se consideraban como verdaderos a los dioses locales de otros pueblos. Por ejemplo, un egipcio podía considerar que la diosa Atenea ayudaba a los griegos y, por lo tanto, el egipcio tenía que pedir ayuda a su dios equivalente, o sea, Horus.

Cada pueblo tenía su forma de comunicarse con sus dioses. Una forma de establecer contacto con ellos era por medio de palabras, más o menos ritualizadas, como si los dioses fueran personas que escuchan y responden con actos. Y esa comunicación con palabras era la oración.

En el caso de la religión grecorromana, existía un gran contraste entre la oración dirigida a las grandes divinidades y la efectuada a los dioses familiares. En el caso de las grandes divinidades (Júpiter, Neptuno, etc.) la oración era muy recargada, con ritos muy elaborados y complicados, llenos de pompa y ceremonia. Por otro lado, a los dioses domésticos o familiares se les oraba de modo distinto: se les pedía consejo y protección de una manera íntima, puesto que sentían amor por esos pequeños dioses.

Dentro del cristianismo el grupo que se volvería más numeroso es el de los creyentes de origen gentil, no judío. De hecho debemos tomar en cuenta que el Nuevo Testamento fue escrito en una lengua pagana, el griego. En la actualidad los judíos consideran a los cristianos como gentiles, mientras que en la antigüedad eran considerados como una secta judía. La herencia de los gentiles es innegable en el cristianismo.

LA ORACION EN EL JUDAISMO

El judaísmo trajo consigo una gran novedad en el contexto religioso de la época antigua: el monoteísmo; o sea, la existencia de un solo Dios. De forma similar al resto de los pueblos, la creencia judía sostenía que su deidad les favorecía sólo a ellos, pero para los judíos todas las demás deidades eran falsas; sólo su Dios existía realmente ya que El creó a toda la humanidad, pero escogió a Israel para ser su pueblo escogido.

El judaísmo legó al cristianismo gran parte de sus creencias y el propio Jesús creció dentro del contexto espiritual judío, y esa identidad se ve reflejada en la oración del Padrenuestro. Concretamente la oración judía Abinu Malkenu, que literalmente significa Padre nuestro, Rey nuestro, contiene las palabras Padre nuestro en hebreo, y en ella se pide a Dios que permita que las bendiciones lleguen a la vida de los hombres.

ESPIRITUALIDAD JUDIA EN EL PADRENUESTRO

Diversas fuentes opinan que el Padrenuestro recoge una indudable herencia de la espiritualidad judía, como se afirma en el libro Rabbinic Literature and Gospel Teaching, editado en Londres en 1930.

En la liturgia de la mañana del Sabbat, de acuerdo al uso romano, se afirma: “Padre nuestro del cielo, te deleitas en establecer tu casa en nuestras vidas, y posar tu Presencia en las tinieblas de nuestros días”. Este texto revela que los judíos ven a Dios como su Padre, mensaje que viene contenido en la oración de Jesús, el Padrenuestro.

Un kadish, que es una plegaria a Dios, generalmente en arameo, dice lo siguiente: “Permite que tu grandioso nombre sea magnificado y santificado”. Aquí los judíos engrandecen el nombre de Dios y piden que los hombres le reconozcan y le glorifiquen.

Otro kadish dice: “Permite que tu Reino llene las vidas y los días, y la vida de toda la Casa de Israel muy pronto, en un futuro cercano”. El Reino de Dios es una idea que los cristianos tomaron del judaísmo, lo cual se demuestra en este kadish’.

El rabí Eleazar ben Yair, el Magno dijo también: “Cualquiera que tiene un pan en la canasta y dice ¿qué comeré mañana?, es una persona de poca fe”. El texto del Padrenuestro dice: “danos hoy nuestro pan de cada día”, lo cual concuerda con Eleazar Magno o el Grande (siglo I d.C.).

La Amidá o Shmodá, una oración judía usada a modo de bendición, dice por su parte: “Perdónanos, oh Padre nuestro, porque hemos pecado; absuélvenos, oh Rey nuestro, porque hemos contenido transgresiones”. La Amidá demuestra el dolor y el temor que el pueblo de Israel siente por sus pecados.

Samuel el Pequeño dijo: “Si tu enemigo cae, no lo disfrutes; si sale lastimado no permitas felicidad en tu corazón, pues Dios lo verá”. Este mensaje habla de amar, incluso a los enemigos y es una clara referencia al “perdonar a los que nos ofenden” del Padrenuestro cristiano.

La oración de Mar bar Rabna, datada en el siglo V y usada en la liturgia judía vespertina, dice: “Sé un escudo para nosotros, aparta de nosotros a nuestros enemigos, la pestilencia y todo mal”. En esta oración se le pide a Dios que sea su protector, al igual que Jesús le pide al Padre que “nos libre de todo mal”.

El presbítero italiano Marco Adinolfi (1919-2005) consideraba que el Padrenuestro pudo haber sido una oración propia del judaísmo, puesto que a lo largo de ella se sintetiza la espiritualidad judía, de forma que Jesús en el Padrenuestro dejó el mensaje más judío de toda la Biblia.

EL PADRENUESTRO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

Debemos tener en cuenta que Jesús, al nacer como judío, vivió en el contexto de la espiritualidad y costumbres religiosas judías y, por ello, estaba sometido a la Toráh, el Pentateuco cristiano, y por ello en los evangelios se cita con frecuencia a los textos sagrados del judaísmo.

Podemos asegurar que si bien el judaísmo introdujo una gran novedad en el contexto religioso de su época, el cristianismo trajo al mundo de su tiempo una nueva visión de la Divinidad. Desde el inicio del cristianismo sólo existía un único Dios, pero ya no era exclusivo para el pueblo judío, sino que pasó a ser un Dios universal, a quien podían seguir quienes quisieran, sin distinción de razas u origen.

En un principio los primeros cristianos se consideraban a sí mismos parte del pueblo judío, pero desde el primer Concilio de Jerusalén, tal como cuenta Lucas en el capítulo 15 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, los gentiles que abrazaban a Cristo no estaban ya obligados a cumplir con la Toráh dada al pueblo de Israel, ni a circuncidarse o a guardar el Sabbat. A partir de ese momento el cristianismo empieza a separarse gradualmente del judaísmo.

El Padrenuestro fue fundamental en este punto. Al separarse del judaísmo, el cristianismo tuvo que ir adquiriendo una identidad propia, y el principal rasgo de la espiritualidad judía era la oración. El cristianismo debía tener sus propios rasgos para no ser considerado como una secta del judaísmo, y el Padrenuestro pasaría a ser el rasgo principal que diferenciaría al pueblo cristiano del judío en este punto de la historia.

En la Iglesia primitiva el rezo del Padrenuestro estaba reservado para el momento más importante de la celebración, y lo hacían preceder de fórmulas en las que señalaban su respeto. Estas fórmulas o parecidas han sido heredadas por diferentes iglesias en sus liturgias actuales.

En la liturgia de la Iglesia oriental se dice a modo de introducción: “Dígnate, oh Señor, concedernos que gozosos y sin temeridad, nos atrevamos a invocarte a ti, Dios celestial, como a Padre, y que digamos: Padre nuestro…”. En la primitiva liturgia romana el sacerdote precedía la oración con la frase: “nos atrevemos a decir”, reconociendo la enorme audacia que hay en repetir palabras consideradas tan santas por el cristianismo.

Y en el catolicismo, antes del rezo del Padrenuestro, el sacerdote dice: “Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir”.

LA LENGUA DE LOS EVANGELIOS

Los evangelios fueron escritos en un dialecto del griego, llama koiné, aunque también se lo conoce como griego alejandrino, helenístico o griego del Nuevo Testamento. La koiné era la lengua internacional de los países del Mediterráneo oriental desde el período helenístico o griego. Todos los textos del Nuevo Testamento se escribieron utilizando la lengua koiné, que fue también la lengua de difusión del cristianismo, por la gran influencia que el helenismo, la cultura y el idioma griegos, tenían en la época de los primeros cristianos.

EL PADRENUESTRO EN LOS EVANGELIOS

En los dos evangelios en donde se menciona el Padrenuestro es Jesús quien lo enseña a sus discípulos para mostrarles el modo correcto de orar. La relación con Dios, que según las creencias judías regía todo lo que existe, era algo muy delicado y por eso le pidieron a Jesús que les enseñara el modo correcto de dirigirse a Dios pues, según ellos, sólo una persona muy cercana a Dios podía conocer la manera correcta de hablarle, siendo Jesús esa persona para ellos. Con la oración del Padrenuestro que les enseña, Jesús trata de romper con las rígidas actitudes alejaba al hombre de Dios, y les enseña una actitud orante que facilita el diálogo con Dios, al que Jesús llama Padre.

El relato de Mateo

La oración del Padrenuestro aparece en el contexto del sermón de la montaña. Jesús había comenzado ya su vida pública y en ese momento se dirigía a la gran cantidad de gente que se había reunido para recibir sus enseñanzas, por lo cual decidió subir a un monte para así poder ser escuchado por todos los allí presentes. Les habló de las bienaventuranzas (Mateo 5:1-12), de la luz del mundo (Mateo 5:14-16), de la actitud de Jesús con relación a la Ley de Moisés (Mateo 5:17-20) y sobre los mandamientos (Mateo 5:21-37). Pero también les hizo un reproche hacia quienes habían convertido la oración en un ámbito totalmente externo (Mateo 6:5-8) y les recomendó orar en secreto y con toda sencillez. Y para ello les enseñó el Padrenuestro como ejemplo de oración sencilla para dirigirse al Padre.

El relato de Lucas

En el evangelio de Lucas el Padrenuestro aparece en el viaje a Jerusalén, precedido de la parábola del buen samaritano (Lucas 10:29-37) y por el episodio de la disputa entre Marta y María (Lucas 10:38-42). Jesús estaba orando en un apartado lugar, por lo que nadie se atrevía a interrumpirle. Sólo cuando terminó su oración hacia Dios uno de los discípulos le pidió que les enseñara a orar y, por ello, Jesús les explicó el Padrenuestro, en una versión más corta que la de Mateo, y que sólo contiene cinco peticiones (Lucas 11:2-4).

Comparación entre los dos relatos

Lucas narra que uno de los discípulos le pidió a Jesús que les enseñase a orar después de que Cristo hubo terminado su oración en la soledad del lugar. En Mateo no aparece la petición del discípulo, sino que fue iniciativa del propio Jesús enseñarles a orar con el Padrenuestro.

Las diferencias entre ambas versiones son las siguientes:

Lucas invoca a Dios como Padre y, en cambio, Mateo lo hace diciendo Padre nuestro. En Lucas no aparece la petición de Jesús del “hágase tu voluntad”, a diferencia del de Mateo. En Mateo, Jesús dice “líbranos del mal”, lo cual se omite en Lucas.

El fondo de los dos relatos es el mismo: Jesús enseña a su gente cuál es la forma correcta de dirigirse a Dios. Sin embargo Mateo la desarrolla de manera más extensa y profunda. El relato de Mateo sobre el Padrenuestro es más apasionado puesto que en él Jesús está en una montaña rodeado por una muchedumbre ansiosa por escuchar sus palabras. En cambio en el relato de Lucas, un Jesús más espiritual, orando en soledad, causa la admiración de un discípulo, quien espera pacientemente a que termine su oración para pedirle que le enseñe a orar.

Son varias las hipótesis acerca de las diferencias entre los dos relatos del Padrenuestro, sin embargo por lógica deberíamos optar porque la original fue la de Mateo, debido a que este apóstol fue un discípulo que conoció personalmente a Jesús y, por tanto, su información de los hechos es confiable. Lucas, por otra parte, no conoció personalmente a Jesús, por lo que su información proviene de la tradición, o sea, de otras personas, y él únicamente las relata. Posiblemente por esto la Iglesia primitiva optó por el texto de Mateo, al ser también el más completo.

LA DOXOLOGIA FINAL

En primer lugar debemos indicar que el término doxología se refiere a la propiedad de dar gracias a Dios, pero con un lenguaje teológico que lo hace auténtico. Por ello al final del Padrenuestro se dice: “Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre, Señor. Amén”. En esta partícula se manifiesta el total reconocimiento por parte del orante de que Dios es un ser absoluto y supremo que no tiene principio ni fin. Hay quien ve en esta doxología un símil con una alabanza del Antiguo Testamento, mientras que otros afirman que se trata de un añadido posterior.

La doxología final surgió entre los siglos II y III de la era cristiana ya que se consideraba inaceptable que la oración terminara con la palabra “mal”, por lo cual la Iglesia primitiva añadió esta doxología para el uso litúrgico.

EL PADRENUESTRO EN EL JUDAISMO Y EN EL ISLAM MODERNOS: PARALELISMO

Al igual que el cristianismo, el judaísmo y el Islam son consideradas religiones monoteístas que creen en un solo Dios, y también abrahamánicas, ya que consideran que Abraham fue el primer monoteísta. Estas tres religiones dicen adorar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

Judaísmo

El judaísmo tradicional no acepta la condición mesiánica de Jesús de Nazaret, interpretando que no cumplió ni con las profecías mesiánicas ni con los requisitos de Mesías. También consideran que los versículos bíblicos referentes a Jesús contradicen la teología judía, cuya creencia está basada en una revelación nacional y no en una demostración de milagros.

Sin embargo los judíos tienen una oración a la que llaman Abinu Malkenu que, traducido, significa Padre nuestro, Rey nuestro, y que pertenece a la liturgia judía tradicional. Para el rabino David ben Israel, de la asociación Esh Ha Toráh, una red internacional y apolítica de centros educativos judíos, esta oración se relaciona con el Padrenuestro cristiano.

Islam

Para el Islam, la figura de Isa (Jesús) es muy importante ya que es considerado el Mesías por el Corán y el profeta más cercano a Alá, sólo por debajo de Mahoma. Ellos consideran verdaderas sus enseñanzas, pero creen que los seguidores de Pablo de Tarso las distorsionaron. La oración del Padrenuestro la tienen como una gran oración, dicha por un gran Profeta.

CONCLUSION

Jesús no desea que el Padrenuestro sea repetido de modo mecánico, sino que por medio de esta oración se establezca un diálogo con el Padre. Los hombres deben reconocer que Dios es su Creador y, por lo tanto, su Padre. Por ello debemos rendirle la honra que se merece y pedirle lo necesarios, pues el Padre concede lo necesario a quien le hace peticiones de la forma adecuada, y también debemos pedirle perdón por nuestros pecados.

Por ello en la siguiente página se incluye la oración del Padrenuestro de una forma meditada, para que nuestra oración sea del todo efectiva ante el Padre, y conozcamos el verdadero significado espiritual de cada parte de la oración.

 

“Recorran todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que puedan encontrar algo que no esté incluido en la oración del Señor”     (Agustín de Hipona)