A estas alturas no merece la pena que yo me ponga a hacer sesudos análisis sobre por qué muchos católicos aceptaban la teoría del mal menor a la hora de votar al PP, o sobre si el sectarismo de Zapatero despertó a la sociedad, o si el Programa Electoral de Rajoy y sus muchachos era papel mojado desde el principio, o si la amenaza de Podemos y de una pinza de ultraizquierda es motivo suficiente para votar de nuevo al PP, o sobre por qué no hay un puñetero partido conservador alternativo que no esté a la gresca por un puñado de dos votos y medio; o sobre por qué alguien como Arriola es consejero áulico del Gobierno, más aún, consejero áulico de nadie. Sobre esto ya está todo dicho en un sinfín de sitios.

A estas alturas sólo me parece decente decir que, si el Gobierno de Rajoy no tiene los redaños suficientes para aprobar una ley del aborto que se comprometió a aprobar, si le faltan arrestos para ser coherente, si le falta valor para defender la vida de los niños concebidos y aún no nacidos, si le falta hombría de bien para ayudar a las embarazadas en situaciones difíciles, si le falta dignidad para escuchar a los suyos, entonces éste PP merece caer.

La teoría del mal menor ya no vale. Porque el mal ya no es menor. No habrá más niños abortados con el PSOE que con el PP. Porque ya hay más niños abortados con el PP que con el PSOE.

O el PP modifica la ley del aborto tal como lo ha previsto, o considero una cuestión de deber moral quitarnos de encima a los actuales componentes de este Partido, que resultaría ser un Partido mentiroso, rufián y cómplice de asesinato de bebés en el vientre de sus madres.
De no hacerlo, será imposible una regeneración moral en la política y en la sociedad. Si la felonía sale gratis... ¿qué argumentos podrá esgrimir el primero que quiera dejar de ser un felón?

 

José Antonio Méndez